Los últimos serán los primeros
Comentario al evangelio del 25º Domingo TO, CA, Mateo 20,1-16
Dime qué imagen
tienes de Dios y te dirá como vives tu relación con él (religión). Este
principio vale para toda religión. Nuestra relaciones con los demás se guían
por ideas, creencias, fantasías que nos creamos, falsas expectativas, y pueden
estar contaminadas por los prejuicios, que tanto daño nos hacen. También hacia
Dios. Un Dios que nos fabricamos a imagen y semejanza nuestra. Es la tentación
siempre presente del pecado original, del paraíso que soñamos.
El evangelio de hoy es sorprendente (nunca dejará de sorprendernos la Palabra de Dios por más que la leamos o conozcamos). Son muchas las cosas de la vida que nos sorprenden y escandalizan. Podríamos poner muchos ejemplos sacados de la vida. Cojan y lean el periódico de hoy, siempre encontraron alguna noticia de escándalos financieros, corrupción, peleas entre políticos, declaraciones sorprendentes sobre el covid-19 como esa de “que todo está bajo control”. Cada vez que lo oigo sospecho que nos están mintiendo. Nuestra primera reacción ante muchas situaciones de la vida es preguntar: ¿en qué país vivimos? Y la de gritar: “esto no es justo”. Y podemos tener razón. Vivimos en un mundo de injusticias. Todos podemos ser víctimas de la injusticia humana.
La Palabra de Dios en esta historia que narra Mateo (Mt 20,1-16) nos sorprende una vez más. Jesús nos cuenta una parábola que nos sorprende y que nos interpela. Les habló de un señor que contrató a todos los jornaleros que pudo. Él mismo vino a la plaza del pueblo una y otra vez, a horas diferentes. Al final de la jornada, aunque el trabajo había sido realmente desigual, a todos les dio su denario acordado. El primer grupo lógicamente protesta. No entienden que el señor trate a los últimos igual que a los primeros contratados al alba. No comprenden la extraña generosidad de semejante patrón. Porque estas cosas no suceden en el mundo real. En el mundo real hay explotación y, a veces, uno no recibe ni lo que se merece. La respuesta del señor es tajante: “¿Vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”.
Pero aquí estamos hablando del Reino de Dios. Dios no es un patrón al estilo humano, Dios no es un capataz cruel, no es un juez sin entrañas. Dios es un padre siempre generoso, siempre sorprendente.
La parábola es tan revolucionaria que, después de veinte siglos, nos cuesta
tomarla en serio.
Y Jesús hoy nos avisa y alecciona: cuidado con aquellos que creen conocer a Dios muy bien. Porque a Dios nunca lo conoceremos muy bien. La justicia de Dios no es nuestra justicia. Los caminos de Dios no son nuestros caminos. De Dios solo cabe esperar compasión, misericordia y amor. Ante Dios hay que situarse como el niño que todo lo espera de sus padres, porque confía en ellos.
Todos nuestros esquemas se tambalean ante el amor siempre libre e insondable de Dios. Nosotros seguimos muchas veces con nuestros cálculos, sin dejarle a Dios ser bueno con todos. No toleramos su bondad infinita hacia todos. Pensamos “hay personas que no se lo merecen”. Nos parece que el Dios justiciero tendría que dar a cada uno su merecido. Menos mal que Dios no es como nosotros. Desde su corazón de Padre, Dios sabe entenderse bien con esas personas a las que nosotros rechazamos. Dejemos a Dios ser Dios.
Son muchas las lecciones que nos deja la parábola y se pueden resumir en la profecía de Isaías (Isaías 55,6-9): “Porque mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos”, por eso, “Buscad a Dios mientras se deja encontrar, invocad su nombre”. “Cerca está el Señor de los que lo invocan” (Salmo 144).
Los caminos de Dios no son nuestros caminos, pero están ahí, hay que
descubrirlos. Dios mismo se hace presente en sus criaturas, en las historias
cotidianas que vamos tejiendo con otros. Hay que aprender a rastrear los signos
de los tiempos, las huellas que Dios va dejando en los diversos caminos de
nuestras vidas, llenos de encrucijadas, como pequeños y humildes pioneros,
rastreadores. Dejémonos sorprender por El como un niño.
¡Qué miedo me dan aquellos que se sienten muy seguros de sus creencias
e ideas! Por ejemplo: más de un Cardenal de nuestra santa madre Iglesia está
muy seguro (ha escrito todo un libro) del camino que debe seguir el próximo
nuevo Papa que salga elegido, cuando muchos católicos de a pié en estos
momentos estamos confusos sobre la ruta a seguir, lo cual no es tan malo.
Bienaventurados los que dudan porque seguirán buscando la verdad humildemente.
“Una fe que no duda, no es una verdadera fe” (Christian Ducquoc OP).
Sepamos agradecer cada día al Señor de la Vida que nos invite a todos a trabajar en su viña, que
quiera contar con nosotros, y no
olvidemos que “los publicanos y las prostitutas nos llevan la delantera
en el reino de Dios”, porque “Dios quiere que todos los hombres
se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2,1-8).
Porque su amor no tiene fronteras y es gratuito. La parábola se cierra
proclamando: “Así, los últimos serán primeros y los primeros los últimos”.
“Lámpara es tu palabra para
mis pasos, luz en mi sendero” (Salmo 118)
“Muéstrame, Señor, tus caminos, haz que tus sendas pueda encontrar” (Salmo 24). Jesús Mendoza Dueñas.




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