Villartoso, sí puede

 VILLARTOSO

Martes, 2 de diciembre de 2008

El periódico local Heraldo de Soria, en su última página, en la sección: “De pueblos”, trae una fotografía de Villartoso, una pequeña pedanía de Santa Cruz de Yangüas, a 25 kilómetros de San Pedro Manrique, y a 47 de Soria capital. Un pequeño rebaño de merinas recorre el pueblo por la carretera que lo cruza, y se acercan al abrevadero de la fuente a beber. Las ovejas sorprendidas miran con curiosidad al fotógrafo, que, por supuesto, no conocen. Las calles se ven nevadas en la fotografía. Nevó el último fin de semana, por San Andrés. Una vecina del pueblo arrea al rebaño por detrás.

(Fotografía de José Manuel Navia, en National Geografic España Tierras Altas)
El periodista hace una breve entrevista a un vecino de este pueblo preguntándole por las cosas que más le gustan del pueblo, por las cosas que cambiaría, por la gastronomía, por sus fiestas...

El vecino responde lacónicamente: “Qué le voy a contar, es el pueblo más perdido de Tierras Altas. Ahora estamos incomunicados por la nieve... Las carreteras locales no están nada bien. Lo mejor es el verano, a partir de junio. En invierno esto está perdido”

Creo que hay mucho pesimismo o resignación en estas respuestas. La autoestima del vecino parece que está herida. Es verdad que el invierno es muy duro en esta tierra, por el clima, por la despoblación. En verano los pueblos se recuperan. Pero tan solo es un espejismo que dura dos meses. En lo que llevamos de otoño, sin entrar todavía el invierno, ha nevado por los Santos, por San Andrés, por Santa Catalina, y por Santa Lucía, coincidiendo con la luna llena de diciembre. Estos pueblos de la comarca del Valle del Cidacos quedan frecuentemente incomunicados por la ventisca y la nieve. Pero año de nieves, año de bienes, decían con razón nuestros mayores.


Villartoso es un pueblo de tan solo cuatro vecinos que suman  como mucho dieciséis habitantes. Pero son valientes y bien unidos. Lo han demostrado en la reparación del templo parroquial dedicado a San Benito, empeñando ahorros y trabajos desinteresados, para adecentar el templo, herencia secular de sus mayores. Tanto esfuerzo para qué se preguntarán algunos. Yo creo que este proyecto comunal llevado a buen puerto reafirmará su autoestima. Se merecen un gran aplauso, y que vuelvan a salir en el papel por este último motivo. Haremos pronto una fiesta para celebrarlo e inaugurar la obra. Comeremos migas y cordero asado al calor de la lumbre, recordando viejas historias del lugar, reviviendo trasnochos y veladas de invierno.

 Era un sueño perseguido. Los sueños se convierten en realidad cuando ponemos al servicio de los demás lo mejor de nosotros mismos.

Jesús Mendoza Dueñas

 

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