"Pasó haciendo el bien"
“Pasó haciendo el bien”
FIESTA DEL BAUTISMO DE JESÚS CB 2021 Marcos 1,7-11
Al hablar de su vocación, el P. Joss Van der Rest, un jesuita belga, recuerda siempre que, siendo joven, prestó servicio militar en su país al final de la Segunda Guerra Mundial. Cuando los aliados vencieron a Hitler, él tuvo que entrar, montado en un enorme tanque de guerra, en una población alemana que había sido prácticamente arrasada por los bombardeos aliados. Desde el visor del poderoso tanque fue descubriendo los destrozos causados por la guerra. Todo le impresionaba a medida que entraba por el pueblo... pero lo que lo marcó para toda su vida fue encontrarse, en un momento de su recorrido, entre las ruinas de un templo con una estatua del Sagrado Corazón que había perdido sus brazos por las bombas. Alguien había colgado del cuello de la imagen medio destruida, un letrero que decía: “No tengo brazos... tengo sólo tus brazos para hacer justicia en este mundo”. Al regresar a su país, dejó el ejército y decidió entrar a la Compañía de Jesús para hacer lo que esa imagen del Sagrado Corazón no podía hacer por los más abandonados de la sociedad.
Recuerdo, hace años, enseñar a los niños de catequesis, en la parroquia del Salvador de Soria y en Perú, la canción “Necesita nuestras manos”, inspirada en esta historia personal del Padre Joss.
-¡Fíjate en el título de esta reflexión… “pasó haciendo el bien”! Sigue leyendo y al final encontrarás una pista.
Los
miembros de la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús de Covaleda, que celebran su
fiesta invernal este fin de semana, se pueden preguntar: “¿pero cómo celebramos ya, tan pronto,
el bautismo de Jesús?”. Pues sí, parece que damos un salto en el
tiempo. No olvidemos que los evangelios
no son una biografía detallada, al uso, de la vida y hechos de Jesús de Nazaret.
Aparentemente, en el ciclo
litúrgico, pasamos rápidamente del
nacimiento de Jesús, que se ha sumergido en nuestra humanidad, a su bautismo en el río Jordán. Han pasado tres semanas y el
niño nacido en Belén, aparece ya como un hombre adulto que decide dejar Nazaret, dejando atrás su vida de familia, su
oficio de artesano. Jesús entiende que ha llegado su hora y se pone en camino para
recorrer los caminos y aldeas de Galilea, las orillas del lago de Tiberiades,
la colina de las siete fuentes de Cafarnaún, dispuesto a proclamar la buena
noticia del Reino: “El Reino de Dios está cerca, convertíos”.
Jesús tiene conciencia de que debe seguir su
camino, haciendo realidad la misión que Dios Padre le ha encomendado: manifestar el rostro de un Dios cercano, un Dios que es padre bueno.
Por eso, su vocación y la nuestra consiste en reconocernos y vivir como hijos amados y bendecidos de Dios, Padre
común, y construir por ello la fraternidad, vivir como hermanos de todos los
hombres y mujeres de buena voluntad, de cualquier raza o religión.. El bautismo de Jesús es una revelación o
epifanía cuyo finalidad es manifestar esa filiación divina y su misión profética, liberadora, salvífica en nuestra historia.
Hay dos detalles importantes en el relato de Marcos (Marcos 1:7-11):
1.
“Se abrieron los cielos”. El Dios que nos
revela Jesús no es un Dios lejano, indiferente o ausente. Es un Dios cercano
que ha abierto las puertas de su casa para venir al encuentro de los hombres,
para hacerse vecino nuestro. Y del cielo abierto solo brota bendición, amor y
paz. Lo que implica que a este Dios no le debemos temer, sino que podemos vivir
con confianza, a pesar de nuestra debilidad, errores y fracasos. Si nos
sentimos heridos o sucios el vendrá con la fuerza de su Espíritu para sanarnos,
purificarnos, fortalecernos. Esto debe hacer pensar a la iglesia, como nos pide
el Papa Francisco que sueña con una iglesia de puertas abiertas a todos, en
salida hacia las periferias, no de aduana que pone barreras, samaritana al
encuentro de los caídos al margen del camino en las periferias existenciales de
la vida. Ha llegado el momento de aprender a ser la Iglesia de Jesús para
todos, vivir más pobre y humilde, y esto solo El nos lo puede enseñar.
2.
“Se oyó una voz desde los cielos: Tú eres mi hijo amado, en ti me complazco”.
Palabras que revelan la verdad
más íntima de Jesús y todo ser humano, sin distinción de raza, cultura o
religión. Las tenemos que escuchar dichas para mí, con toda la carga de ternura
y fuerza que el amor de Padre pone en ellas. Una voz que en la vida nos ha
llegado y llega por infinitos caminos: el amor de los nuestros, familia, amigos…
Aunque no es fácil escuchar estas
palabras de bendición en un mundo de voces que nos gritan “tu no vales, no eres
importante, eres un desastre… eres culpable”, en un mundo que rinde culto a los
famosos porque son ricos, guapos y fuertes….
Dicen que tenemos tres nombres: el que nos pusieron nuestros padres,
aquel por el que nos conocen los amigos y vecinos, y aquel por el que nos
conoce y reconoce Dios. Dios nos conoce
por nuestro nombre que está escrito en el libro de la Vida: “te he formado en
las entrañas de la tierra. Tú eres mi hijo amado. Desde el principio te he
llamado por tu nombre. Adonde quiera que vayas, yo estoy contigo”. Aunque a
veces nos escondemos o huimos de Dios o de nosotros mismos.
Y Dios sigue hablando y regalándonos su Espíritu de muchas maneras.
En vez de lamentarnos tanto, hemos de preguntarnos por qué caminos nuevos nos anda buscando Dios, qué nos está diciendo hoy en la situación actual que nos toca vivir, soportar o sufrir. ¿Cómo escuchar hoy a Dios? Necesitamos hablar menos de Dios, afinar el oido y escuchar más.
El Espíritu de Jesús sigue
vivo y operante también hoy en el corazón de las personas y acontecimientos.
Sólo ungidos, como Jesús, con la fuerza de su Espíritu podemos pasar por la vida haciendo el
bien. Ojalá pudieran decir de cada uno de nosotros, al final de nuestra vida, sencillamente lo mismo, como
el mejor epitafio: “pasó haciendo el bien y curando y cuidando a los demás con sus manos”
(Hechos 10,38). Jesús no tiene manos, tiene nuestras manos si nos atrevemos a
usarlas para lo que Dios Padre bueno imagina y espera de nosotros.
Para construir un mundo nuevo donde habite la
justicia.
Tienes sólo nuestros pies
Para poner en marcha a los oprimidos por el
camino de la libertad.
Tienes sólo nuestros labios
Para proclamar a los pobres la Buena Nueva de
la libertad.
Jesús Mendoza Dueñas




Que Dios derrame muchas espíritu Santo para ser los brazos de Jesús los pies de Jesús los labios de Jesús
ResponderEliminarGracias don Jesús por sus importantes reflexiones. Que Dios le dé mucha salud para que nos siga instruyendo gracias