"Queridos Reyes Magos"

 FIESTA DE LA EPIFANÍA O DE LOS REYES MAGOS

Seguimos en Navidad. La Navidad es la historia de un viaje de ida y vuelta. Dios vino en pobreza y en debilidad y los suyos no lo reconocieron ni lo recibieron. Dios ya hizo su viaje, y sigue viniendo. Su venida es una manifestación, una revelación.

La vida del creyente es también la historia de un viaje, un viaje al encuentro con Dios. Si Dios viene a mi encuentro, yo también tengo que salir a su encuentro.

¿Qué es la vida? Un largo viaje. Un viaje con muchas encrucijadas y muchas escalas. (¿Quién se esperaba esta encrucijada de la pandemia actual que nos ha derribado del camello?) (¿Cuántos de nosotros vivimos en el pueblo que nos vio nacer?) (Cuántos hijos de este pueblo tuvieron o tuvisteis que emigrar fuera del pueblo o de la provincia para sobrevivir...?)

Dejamos atrás nuestro pueblo... y seguimos viajando porque ninguna ciudad es el final del viaje. Esta pandemia, la necesidad de sobrevivir, la guerra (en R. Centroafricana, anteayer, los rebeldes acaban de tomar la capital, Bangassou), la miseria que pone a millones de personas en camino buscando refugio seguro.

Pero hay un viaje espiritual, el viaje del corazón, que todos estamos llamados a hacer. Pero, a veces, es el camino menos transitado y el que más largo se nos hace. El viaje hacia Dios, hacia su Hijo Jesucristo. Lo encuentra quien lo busca, lo busca quien lo desea. ¿Deseamos encontrar a Dio? ¿En qué se nota? ¿Nos dura ese deseo más allá de las rebajas de enero?

La liturgia de hoy nos recuerda la simbólica historia de los tres reyes magos que se pusieron en camino para dejarse llevar confiadamente a donde una estrella misteriosa los quisiera guiar.

Cuenta una leyenda que hubo un cuarto rey, llamado Artabán. Este tardó en ponerse en camino y seguir la estrella. Cuando llegó a Jerusalén  Jesús ya no estaba. Habiendo oído decir que había huido a Egipto se dirigió hacia allí. En el camino encontró muchos necesitados. Movido por la compasión vendió dos de las joyas que llevaba para Jesús. Siguió buscando a Jesús durante treinta años. Llegó a Jerusalén, después de tantos años de búsqueda, y estaban celebrando la fiesta de la Pascua. La ciudad estaba revuelta. Iban a crucificar a un tal Jesús de Nazaret, el rey de los judíos. Artabán comprendió que su viaje había llegado a su término. Quiso abrirse camino entre la multitud para acercarse hasta Jesús y oyó los gritos de una joven que iba a ser vendida como esclava. Y vendió la tercera joya para rescatarla. En ese momento el cielo se oscureció, la tierra tembló y una piedra enorme le cayó encima. Mientras moría en los brazos de la joven una voz del cielo dijo: "Lo que has hecho por uno de mis hermanos más pequeños lo has hecho por mi". El cuarto rey podemos serlo cada uno de nosotros.

La fiesta de Reyes, es la fiesta de un viaje con final feliz. Fiesta de la estrella, de la luz para todos.

El mejor regalo que podemos esperar es llegar al final del viaje de nuestra existencia y ver el rostro del Mesías, descubrir la luz de la verdad. La fe, por definición, implica la idea de un largo y complicado viaje que cada uno debemos recorrer. La fe es algo muy personal, hasta cierto punto intransferible. Cada uno debe realizar su búsqueda, su propio viaje. Como los tres reyes tenemos que viajar, tenemos que buscar hasta llegar a descubrir a Jesús e identificarnos con El, como la verdad que nos hace libres, la luz que da sentido a nuestra existencia, a nuestro caminar. Luz que tenemos que compartir con los demás dando un testimonio alegre y valiente de vida coherente.

¿Qué regalo esperamos de verdad? Yo le pido al Señor de la vida por este pueblo y sus gentes, sus niños y jóvenes, para que nos afanemos más en buscar a Dios. Lo encuentra quien lo busca. ¿Será pedir demasiado?

(Vamos entre todos a escribir una carta a los Reyes: ¿qué les pediríamos de verdad, para nuestro mundo, para esta Tierra herida, para este pueblo, para nuestros vecinos, nuestros familiares, niños, jóvenes, ancianos...?)

QUERIDOS REYES MAGOS

Ya sé que por  estas fechas tenéis que hacer horas extras, y eso que Papá Noel os hace la competencia. No sé cómo os las vais a apañar este año con esto de la pandemia. Mi amigo Mendo, que ya es abuelo, está preparando una carta de reclamación formal y seria dirigida a Oriente si no pasáis por su barrio. Pero como sois magos encontraréis solución mágica para llegar a todos los niños, aunque sea con mascarilla y guardando las distancias. Creo que este año llegaréis en trineo a la capital de pinares, escoltados por la asociación Motos-nieve Urbión de Covaleda.


Yo aunque  no soy niño, pero sí jubilado, me atrevo a enviaros esta carta en nombre de los que no tienen voz en esta nuestra sociedad global, y más  en esta  crisis sanitaria total que lo engloba todo, y en crisis permanente, porque le falta equidad.

Como sois muy magos, este año espero que seáis muy generosos y mágicos con los más mayores, sobre todos con los ancianos de las residencias, que se lo merecen. Muchos esperan tiritas mágicas que curen su corazón desgarrado por la pérdida de sus seres queridos de quienes no pudieron despedirse en la cercanía.

Para todos os pido lo que todos esperamos y deseamos: salud, bien entendida. La SALUDsegún la definición que la OMS hace es: "el estado de perfecto (completo) bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de enfermedad".

Como Santo Tomás Moro me atrevo en vuestro nombre a orar al Señor de la Vida suplicando: “Dame, Señor, la salud del cuerpo y el buen humor necesario para mantenerla…. Dame, Señor, el sentido del humor, dame la gracia de saber  aceptar las bromas para que pueda sacarle a la vida un poco de alegría y haga partícipes de ella también a los demás”.

Os pido encarecidamente un poco de humildad, cordura, espíritu de concordia, sinceridad y honradez para nuestros políticos, es decir, corazón solidario  que tenga en cuenta, en los planes de emergencia para hacer frente a la crisis sanitaria que afecta a todos, las necesidades reales y prioritarias especialmente de los más vulnerables, ancianos, parados, refugiados, a los más pobres, víctimas de una economía que mata, y que se multiplican por millones.

Las ayudas billonarias para salvar las finanzas y economía de los países más ricos no pueden cerrar los ojos ni las manos ante el drama del hambre que amenaza cada día y se cobra la vida de millones de seres humanos en este planeta. El hambre es la peor pandemia que más vidas humanas se cobra cada año.

Para los grandes y poderosos de este mundo pido también humildad para que hagan examen de conciencia y propósito de la enmienda y reconozcan los fallos del sistema y su responsabilidad en el funcionamiento del mismo. Asistimos al fracaso de un modelo de política y de liderazgo. Todos necesitamos reconocer que, en el modelo actual de desarrollo,  la avaricia de pocos está dejando a la mayoría al margen de la historia. El mundo actual no se arregla con remiendos, más de lo mismo. Es preciso mirar más allá si queremos un desarrollo sostenible y justo para todos. Un nuevo modelo de mundo y sociedad son posibles si sabemos articular  la ética y la economía, el cuidado del planeta y el desarrollo sostenible y equitativo,  haciendo posible que  surjan alternativas que  mejoren  la vida real de las personas. El tema de la redistribución de la riqueza no es un objetivo, sino una obligación. Los gobiernos y responsables de la economía tienen que aprender a  pensar "primero en la gente", antes que en las buenas cifras macroeconómicas. No podemos cerrar los ojos ante la amenaza ecológica que pone en peligro la vida de todo el planeta tierra, la casa común que nos cobija.

Para los responsables de las ONGS lucidez  y ganas de trabajar bonito para servir a los más pobres con proyectos de futuro  que no creen dependencia de los pueblos donantes del norte desarrollado. Para los voluntarios que, en este tiempo, trabajan en mil plataformas solidarias verdadero espíritu de gratuidad, reconociendo que somos los primeros en enriquecernos en nuestro trabajo solidario.

Para los dirigentes  de las grandes religiones espíritu de diálogo sincero que acerque culturas y espíritus en el camino común hacia la reconciliación, hacia una paz duradera.

Para los ciudadanos de a pie, currantes y luchadores, saber hacer frente a la fiebre consumista revisando nuestro estilo de vida, resistiendo al consumo irracional, denunciando prácticas corruptas y engañosas vengan de donde vengan. En época de crisis, como la que padecemos, podemos caer en la tentación de “sálvese quien pueda”, cuando es más necesaria la práctica de la solidaridad efectiva de base, de la justicia en la convivencia con los de cerca, sin olvidar a los que están más lejos. Quien no es justo en lo privado tampoco lo será en lo público.

A los jóvenes generosidad, imaginación y espíritu de sacrificio para soñar y poner en marcha otro mundo  distinto y posible, y tener siempre presente que las personas valen más que las cosas. El éxito y el dinero fácil no nos hacen más felices. Sufrimos también una grave pobreza de imaginación. Los jóvenes tienen capacidad para movilizar a otros jóvenes en la lucha pacífica por causas justas, como salvaguardar el planeta. Los jóvenes son un potencial muchas veces desperdiciado por las políticas de los países en desarrollo. Y que tengan presente el siguiente principio: “quien no es capaz de cuidarse no puede cuidar a los demás”.

No sé si todo esto es pedir demasiado o soñar despierto. Pero estoy convencido que para cambiar el mundo hay que pensar, soñar e imaginar que otro mundo distinto es posible. Feliz viaje Reyes Magos por los caminos de este mundo herido. No perdáis la estrella. Regaladnos un poco de su luz, que la necesitamos de verdad para no perdernos por las encrucijadas de la vida. Abrigaos bien porque podéis marchar de Covaleda con una pulmonía, vosotros y los camellos.

Espíritu 0,7% 2005, Jesús Mendoza Dueñas



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