"En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo"
Santísima Trinidad CB ,2021 Mateo 28,16-20
No
podemos vivir sin creer en algo o alguien y sin que nos crean.
“En el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo”. Así iniciamos siempre nuestras celebraciones cristianas. No lo
hacemos en el nombre de un Dios a secas, sino en el nombre del Dios “con
nosotros”, cuyo rostro nos ha revelado su Hijo Jesús con sus dichos y sus
hechos, que se hizo humano como nosotros, el Dios cercano, el Dios compasivo y
misericordioso, el Dios de los pobres y del perdón, en quien podemos confiar
como hijos queridos suyos. Creer en Dios Trinidad es CONFIAR.
¿Cómo explicar a un niño el misterio del
Dios Trinidad? ¿Qué imagen usar?
El misterio de la Trinidad es el
misterio del Dios FAMILIA, donde reina el amor y la unidad. Dios es familia y
nosotros formamos parte de esta familia, somos sus hijos en quien podemos
confiar.
A
Dios lo conocemos gracias a que se nos ha manifestado, a través de sus Palabras:
las Escrituras sagradas que proclamamos y que son como una imagen, un icono, un
eco de Dios, a través de la creación, de sus criaturas, a través de sus encuentros en la historia con sus hijos los
hombres.
Dios
es Padre en su maravillosa creación, en su divina Providencia, en el sol que
brilla para buenos y malos, en su amor a todo lo creado y a nosotros todos. El
Papa Francisco nos insiste en “Laudato Si” que debemos optar por la “casa común”
como lugar de la manifestación de Dios, hoy y siempre.
Pero
muchos se preguntan: ¿Dónde, cómo encontrar a Dios?
En
primer lugar hay que afirmar que a Dios lo encuentra quien lo busca. Y lo busca
quien lo desea profundamente. Y no hay que ir muy lejos. Entra en tu corazón,
en tu interior. Allí se comunica Dios a través de su Espíritu. Optar por la “interioridad”
es fundamento que nos repuebla de razones para existir. Y descubriéremos que Dios
es origen, guía y meta de nuestra existencia. Y donde no llega el hombre allí
llega Dios.
A
Dios lo descubren los que se saben pequeños, criaturas: “Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido
estas cosas a los sabios y entendidos y
las has revelado a la gente sencilla” (Mateo 11,25).
El
evangelio de este domingo (Mateo 28,16-20) nos da otra pista: “Volver
a Galilea”. Volver a Galilea es volver a la “patria chica”, a la vida ordinaria
y cotidiana, donde tejemos relaciones familiares, donde nos “cuidamos unos a
otros”, donde recomponemos lo que está roto, con los pequeños gestos, a veces
insignificantes, pero que son los que dan brillo a la vida, más valiosos que ese diamante rosa que han subastado
recientemente en Hong-Kong por 24 millones de dólares. No olvidemos tampoco que
es muy fácil crearnos dioses falsos, ídolos a quienes adoramos, bienes efímeros
como el poder, el tener, el placer a cualquier precio. La vida es lo más
valiosos, afirmaba la enfermera jefe de un servicio de cuidados intensivos de
un importante hospital madrileño: “El cuidado es la esencia de la vida… y cuidar
requiere mucha energía”. No lo olvidemos.
Y la mejor manera de creer
en el Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, no consiste en sumergirse en teologías
complicadas, sino en intentar, con la fuerza del Espíritu, seguir los de Jesús,
que vivió como hijo querido y bendecido, y se dedicó a hacer de este mundo un
mundo más amable.
Y Jesús nos manda como enviados
suyos: “haced discípulos de todos los
pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo;
enseñándolos a guardar todo lo que os he mandado”. Y en esa tarea no
estamos solos, porque El es “el Dios con nosotros”: “Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de
los tiempos”.
¿Cómo llevar a cabo esta
tarea o misión? En la vida diaria con gestos y palabras compasivas, de cercanía
y cuidados. En otras palabras, viviendo el carisma o espíritu de la vida oculta
de Nazaret. Optando por la cultura del “cuidado”, que exige presencia, bondadosa
cercanía, palabra y escucha amorosas. Esta madrugada escuchaba una hermosa
canción del grupo Materia prima, “Volver a ti”, compuesta por Paz Padilla,
cuyo mensaje invita a la confianza: “Y si
no sabes lo que hacer/ déjalo estar/ que Dios siempre aparece cuando queda un
poco de amor/ y no lo deja naufragar”.
Y la Trinidad nos demuestra
también que la misión es y debe ser compartida, realizada en comunidad, en
familia. Nos exige optar por lo comunitario como ese tejido vital que articula,
une, repara.
El Papa Francisco hace dos año en Rakoski
(Bulgaria) celebró las primeras comuniones con niños venidos de muchos lugares.
Y les dijo a los niños: Nuestro documento de identidad es este: Dios es nuestro
Padre, Jesús es nuestro hermano, la Iglesia es nuestra familia, nosotros somos
hermanos, nuestra ley es el amor (“A nadie debáis más que amor, el que ama
cumple toda la ley”). Necesitamos vivir en comunidad, no somos náufragos y
huérfanos arrojados a vivir en soledad en una isla abandonada. # SEAMOS MAS
PUEBLO, es el lema de Cáritas en el día
de la Caridad 2021: “En Cáritas nos gusta pensar que el mundo es un pueblo habitado por más
de 7.000 millones de vecinos y vecinas que se conocen y ayudan Un pueblo en el
que todo lo que ocurre nos importa y nos afecta porque todos somos pueblo de
Dios y nadie debería quedarse fuera”.
Jesús
Mendoza Dueñas.





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