"Vosotros sois mis amigos"
6º Domingo de Pascua CB, Juan 15,9-17
Mientras
el profeta caminaba por las calles
se le acercó un enamorado y le dijo: Maestro: ¿Cómo puedo demostrarle a mi
amada que la amo?
El
amor no se demuestra, se vive; contestó, al pasar, el maestro.
Una
mujer le dijo: Maestro mi hijo quiere irse de casa y lo amo tanto que no quiero
dejarlo partir…
El
amor es libre y otorga libertad, le respondió el maestro.
Un
hombre le dijo: Maestro ¿está mal amar la riqueza?
El
amor no es poseer, es entregarse, dijo el maestro.
Un
joven le pidió: Por amor, déjame ser tu discípulo.
Ama, y serás mi maestro. (El Profeta, Kalil Gibran)
Dicen que, “hoy día,
tenemos tecnologías de dioses, instituciones medievales, como las monarquías, y
emociones de la edad de piedra, la era de los cavernícolas”. No es oro todo lo que reluce ni
podemos llamar amor o amistad a cualquier sentimiento. Hoy vivimos asediados
por un mundo “virtual” donde la palabra amor y amistad puede perder su sentido
o significado fácilmente. Por ejemplo: yo tengo en Facebook 613 “amigos” (entre
comillas”). A algunos ni les conozco, ni ellos me conocen personalmente.
Nuestros vínculos se pueden reducir a un clic.
Jesús se despide de sus discípulos y les abre su
intimidad. Es un momento muy especial, y quiere que sus palabras queden bien
grabadas en su interior. “Permaneced en mi amor… Este es mi
mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado”. Este será su distintivo en el
futuro. Ser cristiano es cuestión de amor concreto. Amor que es fuente de alegría:
“Os
hablo de esto para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría llegue a
plenitud”.
El amor de Jesús es gratuito, compasivo, de
cercanía, sensible al sufrimiento, un amor que perdona, siempre dispuesto a
hacer el bien.
La Palabra de Dios no sólo nos dice quién es el
Señor, sino quiénes somos nosotros y cuál es nuestra relación con Él y los
demás: “Ya
no os llamo siervos,… a vosotros os llamo amigos”.
No les llama colegas, conocidos,
vecinos, aprendices, sino amigos
(uno de los regalos más importantes de la vida es la amistad). Y el amigo verdadero
se desvive por el amigo: “Y no hay amor más grande que el de dar
la vida por los amigos”. Jesús nos propone que aprendamos de Él, de su amistad para tratarnos
bien unos a otros. Un amor de amistad que hay que cultivar: “Permaneced
en mi amor”, que exige cercanía, intimidad,
comunicación. Cuando funciona de verdad tal relación nos sentimos como en la
propia casa.

El Papa Francisco señala dos criterios para
reconocer el amor y amistad verdadera. “El amor está
más en los hechos que en las palabras”. “Obras son amores, decimos, y no buenas razones”. Debe
ser un amor concreto, continuo, de cercanía, samaritano, servicial y
sacrificado. Porque no hay servicio sin sacrificio.
“Segundo
criterio del amor: se comunica, no permanece aislado”. Un amor que rompe o supera la frontera del egoísmo
individualista, que se da, se abre a las necesidades de “los otros”, sin
fronteras. Un amor que sabe dar y sabe recibir. Pues tenemos dos manos: una
para dar y otra para recibir. Esta pandemia nos ha descubierto a todos la
propia fragilidad, vulnerabilidad, pobreza, la necesidad de ser tenidos en
cuenta, la necesidad de cercanía.

¡Sonríe, Dios te ama, Jesús quiere ser tu amigo!
Quiere trenzar contigo una historia única. Te ofrecerá su amistad siempre. Aunque no le respondas, seguirá a tu puerta esperando: "Ten en cuenta que estoy a la puerta y llamo; y si alguno oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos los dos." (Apc 3,20). Y no necesita del WhatsApp para
comunicarse contigo: es presencia interior, cercanía y promesa de futuro. Un secreto que no nos lo
guardamos para nosotros. Corramos la voz.



Amigo gracias siempre x tus comentarios Evangélicos,me ayudan e intento vivirlos.Abrazos familiares
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