Felices vacaciones
16º Domingo TO CB Marcos 6,30-34
Jesús
recibe a los discípulos y los invita a descansar en un sitio apartado…
Hay
tiempo para todo, para trabajar, para divertirnos sanamente y para descansar,
tiempo de comunión, encuentros, tiempo de encuentro con el Señor, el Maestro.
Puede ser también tiempo de oración, escucha de la Palabra, para contarle al
Maestro cómo nos sentimos, lo que hemos hecho durante la semana. Puede ser
también tiempo de acogida, de hospitalidad.
Las
vacaciones son necesarias. Vacación=vacío, un alto en el camino para detenernos
y recuperar las fuerzas y la paz interior. Se pueden hacer muchas cosas, sin
salir del pueblo, y se puede hacer turismo al borde del abismo, y volver de
ellas más cansados, estresados, con la depre postvacacional.
El
Covid ha provocado en muchas personas un cansancio infinito, persistente, como
si el virus nos hubiese disminuido la capacidad de recuperación, y, de paso,
las ganas de vivir. Es una de las secuelas entre otras. Hay situaciones que nos
desgastan, nos desgarran. Pero muchas veces es el estilo de vida que hemos
adoptado o diseñado, que no nos llena.
Por
otra parte, víctimas de esta sociedad de consumo que nos envuelve, anhelamos
continuamente lo que no tenemos, o pensamos llegar a más, tener más, disfrutar
más y más, sin disfrutar del momento presente. ¿Por qué no disfrutar de la vida
que ya tenemos y agradecer las pequeñas
y sencillas oportunidades que nos ofrece a diario?
Y
eso sí: la compasión no se detiene. El amor y la fe tampoco se toman
vacaciones.
Hoy, la pandemia que nos ha condenado al
ostracismo y las distancias, nos ha descubierto la necesidad de los encuentros
para dialogar. El Papa Francisco reafirma en Fratelli tutti que el saber
dialogar es el camino para abrirnos y construir la amistad social, y es la base
para una mejor política. Con el diálogo, siempre entre iguales, se respeta, se
llega a consensos, acuerdos y se busca la verdad, se favorece la cultura del
encuentro. Necesitamos espacios de encuentro, entre iguales, no solo para hacer
botellón.
Tiempo
también para repensar la fe, ¿Cómo la estoy viviendo y la alimento? Tiempo para
hacer un alto en el camino y hacernos las preguntas fundamentales: ¿Hacia dónde
camino, qué busco? ¿Cómo me trato a mí mismo y a los demás? ¿Cuáles son mis
aspiraciones fundamentales? Tiempo para tomarnos el pulso vital, la tensión.
Para darnos cuenta de cómo estamos, y si hay que cambiar de ritmo y de
dirección.
¡FELICES
VACACIONES, QUE LAS SEPAMOS APROVECHAR!
Jesús
Mendoza Dueñas.


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