"Ligeros de equipaje"
15º
Domingo TO CB, Marcos 6,7-13
“Y cuando llegue el día del último
viaje/ y esté al partir la nave que nunca ha de tornar/ me encontraréis a bordo
ligero de equipaje/ casi desnudo, como los hijos de la mar” (A. Machado,
Retrato, Campos de Castilla).
El Papa Francisco afirma que "el sudario
no tiene bolsillos". No nos llevaremos al otro mundo nada de lo que hemos podido
acumular en esta, solamente lo que hayamos amado.
Todos los bautizados
somos apóstoles, enviados. El Señor no nos envía de cualquier manera. Para colaborar en su
proyecto del reino de Dios y prolongar su misión es necesario que cuidemos un estilo de vida, a imagen del Maestro. Si
no es así, podremos hacer muchas cosas, pero no introduciremos en el mundo su
espíritu.
Basta un amigo, un bastón y unas sandalias para
adentrarse por los caminos de la vida, anunciando a todos ese cambio que
necesitamos para descubrir el secreto último de la vida y el camino hacia la
verdadera liberación. El verdadero discípulo se abrirá paso en la sociedad sin utilizar ningún poder sobre las personas, sino humanizando la vida,
aliviando el sufrimiento de las gentes, haciendo crecer la libertad y la
fraternidad. Ha
de vivir pobre, en medio de los pobres y defendiendo a los pobres. Para que no se olvide de los pobres, y no se encierre
en su propio bienestar. “Quien quiera ser el primero que
sea el último de todos y el servidor de todos” (Mc 9,35).
Presencia, cercanía y
disponibilidad hacia las periferias existenciales serán sus señas de identidad.
Serán profetas en medio de la gente. Su vida será signo de la cercanía de Dios a
todos, sobre todo, a los más necesitados.
El evangelio es, ha sido y será anunciado por aquellos que
sepan vivir con sencillez. Hombres y mujeres libres que experimentan el gozo de
caminar por la vida sin sentirse esclavos de las cosas. Creyentes capaces
de mostrar que la felicidad no está en acumular bienes. Seguidores de Jesús, que
nos recordarán que no somos ricos cuando poseemos muchas cosas, sino cuando
sabemos disfrutarlas con sencillez y compartirlas con generosidad. Quienes
viven una vida sencilla y una solidaridad generosa son los que mejor predican
hoy la conversión que más necesita nuestra sociedad. Actitudes que no están
reñidas con la verdadera alegría.
No podemos pasarnos toda la semana trabajando
duramente para pasar el fin de semana en
un complejo comercial gastándonos el dinero que hemos ganado. La vida no es un “Mercadona”.
"Pobreza evangélica"
No tener nada.
No llevar nada
No poder nada.
No pedir nada.
Y, de pasada,
no matar nada;
no callar nada.
Solamente el Evangelio como una faca afilada.
Y el llanto y la risa en la mirada.
Y la mano extendida y apretada.
Y la vida, a caballo, dada.
Y este sol y estos ríos y esta tierra comprada,
para testigos de la Revolución ya estallada.
¡Y “mais nada”!
Al final del camino me dirán:
¿Has vivido? ¿Has amado?
Y yo, sin decir nada,
abriré mi corazón lleno de nombres.
Poema de Pedro Casaldáliga, ( El Tiempo y la Espera, 1986.)
Jesús Mendoza Dueñas.




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