"Levantaos, alzad la cabeza, despertad"

 1º domingo de Adviento CC,  2021

Vigo, “ya huele a Navidad”, (11,5 millones de puntos de luz “led” encendidos el pasado sábado 16 de noviembre 2024, un mes antes, un millón de euros). El señor alcalde de Vigo, que no tiene abuela, proclamó hace unos días: “¡damos por empezada la Navidad en todo el planeta, arranca la luz, arranca la Navidad!”. No nos dice que la luz y su sueldo lo pagamos todos los vecinos con nuestros impuestos. Y quiere fichar a Papa Noel y a los Reyes magos para que se queden a vivir en Vigo, porque esperan, a pesar de la pandemia, la friolera de cinco millones de turistas. ¡Será percebe! Menos mal que no lo hace en agosto, pues vendrían todos los mosquitos del planeta a contemplar las luces.


Algunos amigos me preguntan si se me apagaron a mí las luces porque dejé de publicar la reflexión semanal en este blog. La razón es que cumplí con el compromiso personal que me impuse, durante la pandemia del 2020, de escribir durante un año entero. Y me tomé un respiro o descanso, para recargar las pilas. Viene bien tomar distancia de cuando en vez, como diría mi querido padre, que sabía latín. Además como reza el aforismo latino: “Verba volant, scripta manent” (Las palabras vuelan, lo escrito permanece).

Recuerdo hace unos pocos años que mientras comía “solititito” contemplaba un programa de Tve2: “Al filo de lo imposible”. Dos alpinistas escalan una cuerda o pared. Resulta que el que iba por detrás en la cordada  era ciego, pero qué habilidad para palpar las grietas en qué apoyarse y descubrir los clavos de fijación. Cuando llegan a la cima resulta que el que iba primero guiando al ciego era cojo, le faltaba una pierna “al filo de lo imposible”. Uno de los protagonistas afirma en la cima: “La vida no es para esperar a que pase la tormenta sino para aprender a bailar bajo la lluvia” (proverbio anónimo). Un amigo mío dice que uno de los problemas más  grandes que tenemos los cristianos es dejar para mañana lo que tenemos que hacer hoy. También escuché en la radio la otra noche  el siguiente pensamiento: “La naturaleza nos ha puesto los ojos en la cara para mirar hacia adelante.” Ambas afirmaciones invitan a la esperanza, a conquistar el futuro. La esperanza es la virtud que nos ayuda a conquistar el futuro, tan necesaria para vivir como el aire que respiramos, si no está contaminado.


Nos disponemos a estrenar un año más el tiempo litúrgico de Adviento, tiempo hermoso, tiempo de esperanza. Adviento que significa visita, presencia, encuentro. La vida misma,  la muerte y la persona somos adviento.

La Iglesia que es madre y maestra a la vez, a lo largo del año litúrgico nos va proponiendo diversos itinerarios, caminos a recorrer para experimentar las actitudes evangélicas fundamentales que vivió, encarnó Jesús, El Señor, el Mesías, el rostro humano del Dios que nos ama, que nos salva. Por eso recuerdo, como creyente,  al señor alcalde de Vigo que lo importante no son las bombillas, aunque sean led, sino que sepamos, deseemos, podamos vivir la Navidad como Dios Padre manda y el Niño Dios quiere.

Así el Adviento es camino que realizamos personal y comunitariamente como iglesia, en cuatro etapas que se nos propone recorrer para alentar la esperanza, tal vez dormida, y poder salir al encuentro de Jesús que vino (memoria), que viene (acogida) y que vendrá (saber esperar).

Las lecturas de este domingo nos muestra la fidelidad del Dios de Jesús que cumple lo que promete (1ª) y nos trae la salvación, la paz. A Él respondemos rogando: “Enséñame tus caminos" (salmo). En la segunda lectura Pablo invita, nos invita a avivar el amor fraterno hacia adentro y hacia afuera: “Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos...” En el Evangelio Jesús nos invita a renovar la esperanza, a no perder el ánimo, a levantarnos, a alzar la cabeza, a vivir despiertos para acoger al Señor que viene, que está viniendo disfrazado en palabra humana, en el misterio de la Eucaristía, en el rostro del hermano que sufre. Jesús se esfuerza por sacudir las conciencias de sus seguidores. «Tened cuidado: que no se os embote la mente». No viváis como imbéciles. No os dejéis arrastrar por la frivolidad y los excesos. Mantened viva la sana indignación. «Estad siempre despiertos». No os relajéis. Vivid con lucidez y responsabilidad. No os canséis. Mantened siempre la tensión.


El Evangelio es siempre Buena Noticia. Pero hay que perseverar y seguir creyendo que el amor de Dios es más fuerte que la muerte y que no tenemos nada que temer cuando el Señor venga en su gloria. Nos sentará a la mesa de los amigos y nos saludará con palabras que no pasarán: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Este es el fundamento de nuestra fe y de nuestra esperanza. Un día los poderes fácticos de esta tierra injusta se hundirán, una vez más. Las víctimas de tantas guerras, los refugiados, los hambrientos conocerán una patria definitiva, experimentaremos la vida en plenitud prometida. Los esfuerzos de los hombres y mujeres de buena voluntad por un mundo más humano no se perderán para siempre. Pero, ¿Vivimos despiertos o estamos dormidos? El Papa Francisco afirma que “la vida del cristiano se puede resumir en tres actitudes: estar ‘de pie’ para acoger a Dios; en paciente ‘silencio’ para escuchar su voz; y ‘en salida’ para anunciarlo a los demás”. Lo cual nos exige vivir despiertos.

ADVIENTO Y SINODALIDAD

Este año  podemos vivir este tiempo hermoso y comprometido bajo el signo de la “sinodalidad”, teniendo presentes las actitudes a que nos invita el presente Sínodo de los obispos: la alegría de caminar juntos, encontrarnos y escucharnos, buscar la comunión, descubrir o discernir la misión que nos encarga el Maestro. Lo cual nos va a exigir aprender y cumplir esta especie de decálogo:


“Conversión”, reciclar el corazón, aprendiendo el arte del discernimiento personal y comunitario.

El arte de la “escucha activa”, incluyendo a los sin voz, a los que nunca son escuchados. Necesitamos escuchar compasivamente el grito de la tierra y de lo humano como lugares de encuentro.

“Valentía” para superar inercias, pereza, rutina, y no quedar inactivos, pues el miedo paraliza.

“Creatividad”: hacer casi todo con poco. Papa Francisco: "La creatividad es aquello que impulsa, pero es un riesgo... no perder la capacidad de sonreír, de estar abiertos a los demás. Y entrar en el riesgo de la vida sin miedo." 

Aprender a “ser” más persona, más libres frente al “tener” que tantos disgustos nos da. "La compra compulsiva  nos apaga el  corazón" (Cardenal Omella).

Practicar la “compasión”, abrazando la ilusión y el sufrimiento ajenos.

“Aprender a llamar a las cosas y a cada uno por su nombre”, para superar barreras.

“Coherencia siempre”, honradez con uno mismo y con los demás.


Practicar  “la cultura del encuentro, del cuidado y del consuelo mutuos”, porque hay tanto por hacer. Papa Francisco: "Cuando perdemos la capacidad del encuentro con el otro, el alma y el corazón se fosilizan, y caemos en lo socialmente correcto donde no hay originalidad".

Y “siempre dóciles al Espíritu”, al que no se le pueden poner barreras porque sopla donde y cuando quiere.

Estas actitudes pueden ser una especie de antídoto frente al virus del “clericalismo” que paraliza y que aqueja a nuestra querida comunidad eclesial. ¡Ojalá que la vivencia del Sínodo nos ayude a vigilar más y mejor; a despertar, a valorar más cada carisma o vocación, el caminar juntos, que aunque parezca más lento conduce más lejos! Somos Iglesia "en salida", en misión para la construcción de este mundo según el proyecto soñado por Dios.  El Evangelio de Jesús de Nazaret está todavía por estrenar.

 

Jesús Mendoza Dueñas

 

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