"Preparad el camino al Señor"
2º Domingo Adviento CC 2021: Baruc 5,1-9; Lc 3,1-6
Si la esperanza es tan necesaria
para vivir con dignidad como el aire que respiramos, el Adviento es una
necesidad porque viene a avivar o alimentar nuestra esperanza, a renovarnos en
la alegría del Evangelio de Jesús, Buena noticia.
“Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; los valles serán
rellenados… lo torcido enderezado”.
Estamos
en tiempo de Adviento. Seguimos en crisis sanitaria con todo lo que arrastra,
porque el virus rebelde que muta no conoce ni sabe de calendarios. El fin de
semana nevó harto por la sierra del
Urbión. Mis amigos los montañeros de Covaleda se lanzaron gozosos a estrenar
sus raquetas por las rutas que conocen, aunque la ventisca borra los caminos como la arena
del desierto. Aun así te puedes perder si se echa encima
la niebla. En esta comarca de Pinares
altos, en la Sierra del Urbión, a mí me encanta vivir la experiencia de
descubrir y recorrer caminos, rutas nuevas, guiado por amigos que conocen bien
los caminos. La experiencia me recuerda que la vida es camino, búsqueda de
sentido.
Aquí
abajo, en el llano, soñamos con ser libres, con abrazos y besos perdidos. En
esta tierra nuestra vacía o vaciada seguimos soñando con caminos: autovías y
otros servicios e infraestructuras esenciales. Hay mucha soledad y corazones heridos.
Siempre hubo, hay y habrá profetas, centinelas de la esperanza, que ven y van
por delante y recorren, antes que nosotros, el camino. En estos
momentos de pandemia y mutaciones, de crisis global, necesitamos de profetas
que nos ayuden a soñar juntos, el camino hacia un futuro mejor.
Los profetas (Baruc, Malaquías, Sofonías, Isaías)
protagonistas del Adviento, anuncian nuevos tiempos y caminos de justicia y de
paz para el pueblo escogido que sueña con la libertad, que desandará el camino
que conduce a su querida Jerusalén atravesando desiertos, torrenteras y
barrancos que el mismo Dios va a allanar y acompañar, como un pastor acompaña a su rebaño.
En el año 2021, siendo El Señor Joe Biden presidente de EEUU, La Señora Merkel, hasta el miércoles que viene, todavía Canciller de Alemania, y Pedro Sánchez presidente del gobierno de España, siguió viniendo la Palabra de Dios a un mundo golpeado por diversas pandemias, pero seguíamos tan sordos… cerrados al diálogo y a la reconciliación.
Lucas comienza enmarcando
históricamente la persona de Juan el bautista y sigue con la presentación de su
actividad. Lucas lo relaciona con Tiberio, el emperador romano más triste, de eterna vacación
en la hermosa isla de Capri, con el prefecto de Judea, los tetrarcas y los
sumos sacerdotes del templo de Jerusalén (año 29), El 20G. de su tiempo.
Lucas tiene interés en
precisar con detalle los nombres de los personajes que controlaban en aquel
momento las diferentes esferas del poder político y religioso. Ellos son
quienes lo planifican y dirigen todo. Sin embargo, el acontecimiento decisivo
de Jesucristo se prepara y acontece fuera de su ámbito de influencia y poder,
sin que ellos se enteren ni decidan nada. Lo esencial
no está en manos de los poderosos. En este contexto tan internacional y
humano ocurre lo más importante: la Palabra del Señor de la historia se dirige a Juan. Lucas
dice literalmente que «la Palabra de Dios
vino sobre Juan en el desierto», no en la Roma imperial ni en el recinto
sagrado del Templo de Jerusalén. Lucas da por supuesto que Juan es profeta
desde el vientre de su madre; no es preciso contar su vocación.
El desierto en la Biblia es lugar privilegiado de encuentro con Dios, de “escucha”, también de pruebas,
porque es lugar inhóspito donde uno solo puede llevarse lo esencial para
sobrevivir. Hay muchos desiertos. El desierto es el territorio de la verdad.
El lugar donde se vive de lo esencial. No hay sitio para lo superfluo.
Entrar en el desierto es
tomar la propia vida en las manos y preguntarnos si la estoy viviendo con
sentido, si vivo en la verdad, si no me miento a mí mismo. Se trata de ir al
desierto para volver a la vida hecha de “encuentros”: "La
vida es el arte del encuentro, aunque haya tanto desencuentro por la vida”
(Vinicius de Moraes, “Samba da bençäo”).
Lo decisivo es acertar con
el camino para orientar la vida. Caminos que conducen a un encuentro. Porque
solos los encuentros salvan, transforman. Y aunque los caminos de Dios no son
nuestros caminos, Él toma la iniciativa nos busca y viene a nuestro encuentro,
Porque Él está cerca. El problema es que hay muchos obstáculos en nuestro
camino que impiden ese encuentro: demasiados ruidos interiores y exteriores, odios,
envidias, deseos torcidos, infidelidades, orgullo, ambiciones…
Juan, igual que los antiguos
profetas, invita a la conversión, que encierra dos dimensiones: 1) la más importante
consiste en volver a Dios, reconociendo que lo hemos abandonado, como el hijo
pródigo de la parábola; 2) estrechamente unido a lo anterior está el cambio de
forma de vida, un estilo nuevo de vivir: el estilo de vivir de Jesús.
¿Cómo responder a la llamada
de Dios?
Dios está cerca de los
que escuchan de verdad la Verdad. Lo encuentra quien
lo busca, lo busca quien lo desea profundamente. Hay muchas personas que no
saben qué camino seguir para encontrarse con Él, y, sin embargo, Dios
no está lejos, oculto en el interior mismo de la vida misma. Dios sale a
nuestro encuentro, sigue nuestros pasos, muchas veces errados o desesperanzados,
con amor respetuoso y discreto. A veces, sin darnos cuenta, nos lleva en sus
brazos, por la orilla del mar de la vida. A Dios le interesa mi vida, mi persona, mi historia, lo que me queda por hacer. ¿Cómo percibir su presencia?
Para encontrarnos con el Dios de Jesús hay que entrar en el
desierto. El desierto es algo más que un lugar geográfico, es una actitud interior
de escucha, que exige silencio ("Eres lo que escuchas"). Vivimos rodeados de demasiados ruidos que nos
roban la paz. Tendría que ser una asignatura obligatoria en los colegios:
aprender a escuchar, a guardar silencio. Reserva de la humanidad, reserva
natural, espacio protegido. Dios se comunica a lo profundo del corazón, y eso
nos exige aprender a guardar silencio. Hacemos silencio interior para poder escuchar la Palabra de Dios, verdadero GPS (sistema de posicionamiento global), que
nos mostrará el camino escondido por los vientos contrarios que hoy soplan. Para tejer redes sociales,
solidarias, de humanismo y de justicia con otros, para reconstruir tejido
social, por ejemplo, en esta tierra vaciada. “Todo esto pasa por la política de lo común, de lo público, de lo
universal” (Cáritas española, “Tejiendo
redes para una casa común”). Y recuerdo que ¡SEGUIMOS EN CAMINO Y ENCUENTRO SÍNODAL!
que estás presente en todo el universo,
y en la más pequeña de tus criaturas,
Inúndanos de paz, para que vivamos como hermanos y hermanas
sin dañar a nadie.
Dios de los pobres,
ayúdanos a rescatar
a los abandonados y olvidados de esta tierra
que tanto valen a tus ojos.
Sana nuestras vidas,
para que seamos protectores del mundo
y no depredadores,
para que sembremos hermosura
y no contaminación y destrucción.
Toca los corazones
de los que buscan sólo beneficios
a costa de los pobres y de la tierra.
Enséñanos a descubrir el valor de cada cosa,
a contemplar admirados,
a reconocer que estamos profundamente unidos
con todas las criaturas
en nuestro camino hacia tu luz infinita.
Gracias porque estás con nosotros todos los días.
Aliéntanos, por favor, en nuestra lucha
por la justicia, el amor y la paz. (Papa Francisco, Laudato si, nº 246)
CUESTIONARIO PARA LA REVISION PERSONAL,
COMUNITARIA Y EL DIALOGO (CARITAS)
(Esta NAVIDAD más cerca que nunca, aunque siga la pandemia...)
Juan Bautista nos invita a la conversión. Reflexionamos sobre lo que nos propone.
¿Qué espero yo de mi vida, de los demás, del mismo Dios?
- Salir de nuestros vacíos y sinsentidos.
- Abandonar los barrancos de nuestros desalientos y desesperanzas.
2. "Allanar los montes y colinas"
- Rebajar nuestras ambiciones.
- Apearnos de nuestras autosuficiencias y arrogancias.
3. "Enderezar lo torcido e igualar lo escabroso"
- Salir de nuestras ambigüedades; superar deseos torcidos.
- Nivelar con la justicia tantas desigualdades escandalosas.
¿Qué pasos podemos ir dando, para llevar a cabo esta conversión? ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo puede ayudar Cáritas a ello?
Jesús Mendoza Dueñas
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