"Navidad en Chanclas"
Navidad en chanclas 2021
Año de pandemia, de volcán, cenizas y tormentas, como la Filomena. ¡Demasiadas cenizas!
Hoy, en la mañana, día de “Nochebuena” he tenido que celebrar el funeral y entierro de las cenizas de un vecino de Duruelo de la Sierra, que hubiese cumplido años ayer. Hay días en que sobran o faltan las palabras, y hay que tomarlas prestadas, como ante la muerte de un ser querido, en fecha tan señalada como vísperas de Navidad, en que celebramos y contemplamos el misterio del nacimiento del Niño Dios en los brazos de su madre María, que tiene resonancias de nuestra infancia, esa etapa de la vida que vivimos bajo la mirada de la madre y sostenidos o envueltos en sus manos tiernas, y que son determinantes en la configuración definitiva de nuestra personalidad.
Para mí, estas fiestas, tan entrañables y familiares, tienen también resonancias mestizas, latinoamericanas.
Navidades “marrones” y “verdes”, y en chanclas, por el paisaje y el calzado propio de la época y lugar, al comienzo del verano en el hemisferio sur, cerca de la playa de Colám, entre arrozales, palmeras y el desierto. Recorriendo caminos polvorientos en la motocicleta chacarera, mientras la querida Señora Hilda, barría la entrada del templo parroquial regando la “pampita” con un conchito prestado de agua, porque allá no abunda. Camino de “Ventarrones” o San José, para celebrar más de un belén viviente con su “pieajeno” (burrito) de verdad, y muchas veces fuera del templo, porque dentro no hay espacio para todos. Bailando marinera, tondero y cantando villancicos de ritmos andinos, como el “huayno”. Para terminar cansados pero felices, esperando la visita de algún compañero de fatigas y poder compartir una pata, ya fría, de pavo asado, arrocito de “boda”, y un par de chelitas heladas.
Conciliar el sueño ya es otra historia, pues toda la noche suenan y suenan los petardos por cada esquina y la “cumbia” machacona en las picanterías cercanas, donde degustan la chicha fresca o el clarito en un poto, hasta la madrugada. Celebrar acá una fiesta es sinónimo, muchas veces, de tomar y tomar hasta emborracharse. Por eso no esta bien visto que el “padrecito” tome o beba en público.
Me imagino que con la pandemia han podido cambiar algo o mucho las cosas. Pero fiesta no faltará, porque es una necesidad.
Como decía, al comenzar este relato, muchas veces tenemos que tomar prestadas las palabras del Evangelio, que siempre es buena noticia, y más en Navidad. Circulan muchos cuentos de navidad, algunos bien hermosos. Yo me quedo con el relato de San Lucas que nos narra el Misterio. Pero no es un cuento bonito. Y conviene releerlo, meditarlo y guardarlo en el corazón como María, para no perder la memoria de la Navidad cristiana, como dice un compañero mío. Porque entonces no sabremos quienes somos, ni cuál es nuestro futuro. Dios se hizo niño, pobre, humano, para decirnos que somos hijos amados de Dios. Y que al final de esta vida nos espera con los brazos abiertos.
-El Dios cercano, el “Dios con nosotros”, el “Emmanuel”, al que no podemos ni debemos temer, del que no debemos huir. Antes este Dios nadie se tiene que sentir huérfano, solo. Hay alguien que piensa en nosotros.
-El Dios de Abraham, Jacob y David, que ha tomado nuestros apellidos, que ha querido compartir con toda la humanidad, creyentes y no creyentes, ricos y pobres, la aventura de vivir con todas las consecuencias, incluida la muerte, como reza el Villancico: “Dime Niño de quien eres / y si te llamas Jesús / soy amor en el pesebre / y sufrimiento en la cruz.”
- El Dios que se ha hecho debilidad humana para comunicarnos su fuerza salvadora.
- El Dios que nace pobre en la periferia para solidarizarse con los excluidos y marginados de la tierra.
- El Dios que se hace pequeño, niño, que nace a la intemperie para mostrarnos el amor y ternura insondables de Dios Padre y madre que nos ama. Esta es la mejor noticia que podemos escuchar hoy y todos los días de la vida: “No temáis, os anuncio una gran alegría que es también para todo el pueblo”.
- La Navidad no es una fiesta fácil, para comprender el misterio hay que hacerse como niños, despojarnos del orgullo, soberbia y ambición. Se ha hecho tan pequeño, tan pequeño para poder nacer en el corazón de cada uno.
“Dios no se nos ha comunicado por medio de conceptos y doctrinas sublimes que solo pueden entender los doctos. Su Palabra se ha encarnado en la vida entrañable de Jesús, para que lo puedan entender hasta los más sencillos, los que saben conmoverse ante la bondad, el amor y la verdad que se encierra en su vida…. Cómo cambia todo cuando captamos por fin que Jesús es el rostro humano de Dios. Todo se hace más sencillo y claro. Ahora sabemos cómo nos mira Dios cuando sufrimos, cómo nos busca cuando nos perdemos, cómo nos entiende y perdona cuando lo negamos. En él se nos revela «la gracia y la verdad» de Dios” (J.A. Pagola).
Y cuando nos asomemos, una vez más, al Misterio, aunque sea de puntillas, que lo sepamos agradecer, y al depositar nuestro beso al Niño Dios (que, un año más, las circunstancias no nos dejan por el miedo al coronavirus), depositemos también un compromiso que dure todo el año sin rebajas: el compromiso de cuidarnos mucho y cuidar a los demás, de acompañar, de consolar, de construir la civilización del amor y de la paz verdadera en este mundo mundial en el que nos toca vivir, para que no haya más niños que mueren prematuramente antes de tiempo, víctimas inocentes de las guerras, explotados, marginados, olvidados.
Yo os invito, estos días, a hacer una lectura del misterio de la Navidad a la luz del documento del Papa Francisco: “Fratelli Tutti” (“Todos los hermanos”), que nos propone construir juntos una nueva cultura (nuevo estilo de vida), la cultura del “encuentro”. Porque “la vida es el arte del encuentro, aunque haya tanto desencuentro por la vida” (Samba de la bendición, Vinicius de Moraes). (Nº 215-224).
“Esta noche”
Esta noche
Jesús ha nacido (bis)
Suenen los cánticos
De la nochebuena. (bis)
Vibra pura
Cholito tu quena (bis)
Entre la música
De la nochebuena. (bis)
Alma de mi canción
Sube al cielo del Perú
Para llenar de luz
La Santa Noche de Dios. (bis)
En la sierra
Cantamos alegres (bis)
Al Jesús niño
Que está en el pesebre. (bis)
Alma de mi canción
Sube al cielo del Perú
Para llenar de luz
La sombra noche de Dios. (bis)
¡Feliz Navidad para todos, pues Jesús nace para todos!
Jesús Mendoza Dueñas
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