"Sed buenas personas, buena gente"
3º Domingo Adviento CC 2021
En este tercer domingo de Adviento encendemos la tercera vela de la corona: la vela de la alegría. "Alégrate hija de Sión, grita de gozo Israel" (Sofonías 3,14-18); “Alegraos siempre en el Señor” (Flp 4,4-7). Todos creemos tener derecho a la alegría.
Cuando pregunto a la gente, a mis amigos ¿cómo
están? Muchos responden: “tirando, resistiendo pero vivo”.
“¿Qué celebráis y cómo lo celebráis?”. Se preguntaban
esta mañana en un programa de radio, al superar un número determinado de
emisiones.
Yo celebro que estoy vivo, que vivo de milagro, porque la
vida es un milagro cada día, que en el mundo hay mucha gente buena, sencilla,
que no presume, que hace la vida de los demás más amable, a pesar de tanta
discordia, crispación, descalificaciones, enfados, quejas, mentiras que
circulan por la vida, las redes y medios de comunicación, que radicalizan y dividen al mundo. Es lo mejor que hay
en este mundo, y lo mejor que tiene la Iglesia. Yo sueño y espero de verdad que
de ésta saldremos. Que al final del túnel habrá luz. Que podemos salir mejores
si somos capaces de aprender algo nuevo y bueno.
La verdadera alegría brota de dentro, del corazón y no
depende de la cosas, sino de las personas. La verdadera alegría como
la esperanza, como la fórmula del agua
vital (H2O), es cosa de dos (o de Dios). Va de la mano de la esperanza. Y esa
sí que se celebra de verdad. Aunque la alegría, como el agua, es muchas veces escurridiza.
La denuncia
de los pecados Juan la dirige a todos
aquellos que se le acercan, que acuden a bautizarse. Piensa, como algunos
predicadores populares del pasado, que es la mejor forma de impactar al
auditorio. ¿En qué consiste ese pecado?
En no hacer nada.
Ser buenas personas para Lucas es producir
buenos frutos (“por sus frutos los conoceréis”) y concreta esos frutos
buenos: luchar por una sociedad más justa; compartir los bienes esenciales con
los que no tienen nada; ejercer el poder, la autoridad sin cometer abusos e injusticias (compasión, justicia, honradez). Y esto vale para todos, creyentes, no creyentes y descreidos, "practicantes" y no practicantes, hombres y mujeres de buena voluntad. Más tarde, Jesús refiriéndose a Juan el bautista, afirmará: "la sabiduría se ha acreditado con sus obras" (Mt 11,19). Recuerdan sus palabras lo que pide Dios en el libro de Isaías: “Parte tu pan con el
hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste al que va desnudo y no te
cierres a tu propia carne” (Is 58,7). ¿Tendrá todo esto algo que ver con el sermón de
la montaña y el juicio final? (Mt 25). Obras son amores y "en el atardecer de la vida nos examinarán del amor".
Y después
de la denuncia y consejos prácticos, el anuncio de la Buena Noticia: “Yo os bautizo con
agua, pero está por llegar uno más fuerte que yo, al que no tengo derecho a
desatarle la correa de las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y
fuego”. Buena nueva
para quien esté dispuesto a convertirse.
Obras son amores y
no buenas razones….
Que cada uno
pensemos en un compromiso concreto, uno solo, a realizar en esta semana, a la luz del evangelio que hemos proclamado. Y cada noche hagamos examen de
conciencia para ver en que podemos mejorar para ser buenas personas.
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Hoy os ofrezco también, para variar, en esta nueva entrada, una serie de parábolas, cuentos, comentarios, espigados en mis archivos, por si os sirven para reflexionar y orar, alimentar la espera.
“La vida es
insoportable, le decía un emigrante a su párroco. Estamos viviendo nueve
personas en un cuarto. ¿Qué debo hacer?
El párroco le contestó: meta la cabra también
con ustedes en el cuarto.
Eso no puede ser.
Haga lo que le digo y venga a verme al final de
la semana.
El emigrante regresó el día indicado y dijo: No
podemos aguantar. La cabra es sucia y el olor es insoportable.
Vaya a casa. Saque la cabra y vuelva a verme al
final de la semana.
Cuando regresó, nuestro emigrante estaba
radiante. La vida ahora es hermosa. No cabra. Sólo nosotros nueve. ¡Qué
felicidad!
La cabra les ayudó a aquel hombre y a su
familia a hacer memoria de las bendiciones recibidas. Una pequeña dosis de
sufrimiento nos ayuda a estar en nuestro sitio, a ser humildes y agradecidos”. (Recogida
por P. Félix Jiménez en su colección de homilías).
Esta información
crea fácilmente en nosotros un cierto sentimiento de solidaridad con
tantos hombres y mujeres, víctimas de un mundo egoísta e injusto. Incluso
puede despertar un sentimiento de vaga culpabilidad. Pero, al mismo tiempo,
acrecienta nuestra sensación de impotencia.
Nuestras
posibilidades de actuación son muy exiguas. Todos conocemos más miseria e
injusticia que la que podemos remediar con nuestras fuerzas. Por eso es difícil
evitar una pregunta en el fondo de nuestra conciencia ante una sociedad tan
deshumanizada: “ ¿Qué podemos hacer?» (J.A.
Pagola).
El sufí Bayazid dice acerca de sí mismo: «De
joven yo era un revolucionario y mi oración consistía en decir a Dios: ‘Señor,
dame fuerzas para cambiar el mundo’». «A medida que fui haciéndome adulto y caí
en la cuenta de que me había pasado media vida sin haber logrado cambiar a una
sola alma, transformé mi oración y comencé a decir: ‘Señor, dame la gracia de
transformar a cuantos entran en contacto conmigo. Aunque sólo sea a mi familia
y a mis amigos. Con eso me doy por satisfecho’».
«Ahora, que soy un viejo y tengo los días
contados, he empezado a comprender lo estúpido que yo he sido. Mi única oración
es la siguiente: ‘Señor, dame la gracia de cambiarme a mí mismo’. Si yo hubiera
orado de este modo desde el principio, no habría malgastado mi vida».
“Todo el mundo piensa en cambiar a la
humanidad. Casi nadie piensa en cambiarse a sí mismo” (Anthony de Mello SJ).
“El Niño Dios que
viene a salvarnos, es el que, también hoy, nos dice: “Sed buenos del todo”.
Es este el consejo que el jugador de básquet del Barça, Nikola
Mirotic, dio a los niños de la
Escolanía de Montserrat el pasado 24 de noviembre. Después de escuchar,
visiblemente emocionado, la Salve y el “Virolai” interpretados por los
escolanes. Nikola Mirotic, de profundas convicciones cristianas, se reunió con
ellos, exhortándoles a hacer lo posible “para ser buenas personas”.
P. Pedro Arrupe afirmaba: “Sed buenos: buenos en vuestro rostro, que habrá de ser distendido,
sereno y sonriente. Buenos en vuestra mirada. Sed buenos en vuestra manera de
escuchar: de esta manera experimentaréis, una y otra vez, la paciencia, el
amor, la atención. Sed buenos en vuestras manos: manos que dan, que ayudan, que
enjuagan las lágrimas, que estrechan la mano del pobre y del enfermo para
infundirles valor, que abrazan al adversario y lo animan al acuerdo. Sed buenos
en el hablar y en juzgar. Sed buenos, si sois jóvenes, con la gente mayor; si
sois mayores, sed buenos con los jóvenes”.
En el oficio de lectura de la memoria de San
Vicente Ferrer, se ofrece un texto tomado de su Tratado sobre la vida espiritual, en el que hay una serie de
recomendaciones sobre la predicación que vale la pena recordar hoy y siempre: “En la predicación y exhortación debes usar un
lenguaje sencillo y un estilo familiar, bajando a los detalles concretos.
Utiliza ejemplos, todos los que puedas, para que cualquier pecador se vea
retratado en la exposición que haces de su pecado; pero de tal manera que no
des la impresión de soberbia o indignación, sino que lo haces llevado de la
caridad y espíritu paternal, como un padre que se compadece de sus hijos cuando
los ve en pecado o gravemente enfermos o que han caído en un hoyo, esforzándose
por sacarlos del peligro y acariciándoles como una madre. Hazlo alegrándote del
bien que obtendrán los pecadores y del cielo que les espera si se convierten.
Este modo de hablar suele ser de gran utilidad para el auditorio. Hablar en abstracto
de las virtudes y los vicios no produce impacto en los oyentes”.
Finalmente, te invito a elaborar una lista de verdades esenciales que guían tu
vida…
Por ejemplo:
La vida es don que
hay que agradecer cada día. No nacemos, nos nacen…
Y se construye día
a día con pequeños gestos…
La muerte es la
realidad más cierta de nuestra existencia…
Eres hijo amado y bendecido de Dios Padre, aunque, a veces, te sientas roto...
Jesús Mendoza Dueñas.
ME LLAMA LA ATENCION CUANDO DICES ¿Y CUAL ES EL PECADO? EL PECADO ES NO HACER NADA...... LO CUAL CREO YO QUE TIENE RELACION CON DAR FRUTOS BUENOS... EL NO HACER NADA ES EL PECADO DE OMISION Y YO CREO QUE EN ESTA SOCIEDAD QUE VIVIMOS EL NO HACERNOS CARGO DE LO QUE NOS PASA Y POR QUE NOS ESTA PASANDO ES NO ACTUAR CON RESPONSABILIDAD DE CIUDADANOS LIBRES E INDEPENDIENTES Y COMO CRISTIANOS A LOS QUE SE NOS EXIGE UNA PRESENCIA PUBLICA EN LA SOCIEDAD CONFESANDO LOS VALORES EVANGELICOS EN LOS QUE CREEMOS.
ResponderEliminarOTRA COSA SOBRE LA ALEGRIA. SI TAN MACHACONAMENTE SE NOS REPITE QUE ESTEMOS ALEGRES ¿POR QUÉ ESTAMOS TAN TRISTES, LLENOS DE TEMORES Y CON DUDAS EXISTENCIALES SOBRE NUESTRO FUTURO COMO SOCIEDAD Y COMO IGLESIA SIN CAPACIDAD PARA DAR UNA RESPUESTA A LOS RETOS QUE SE NOS PRESENTAN?