Domingo de la Palabra

 3º Domingo TO CC domingo de la PALABRA, Lucas 1,1-4; 4,14-21.


Hemos padecido la semana más fría del año, hasta la fecha. Por la mañanita se helaban hasta las palabras. Espero que no se nos congele el corazón, de dónde brotan las emociones, sentimientos y las palabras. Qué  importante es la palabra en la comunicación interpersonal humana. Palabra sincera, transparente, portadora de buenas noticias, conciliadora. Lo necesitamos en este tiempo que nos toca sufrir y gozar. Tiempo de discordia, negaciones, confrontación diaria entre dirigentes políticos, a la gresca como estrategia política calculada. Tiempo de confusión, en el que se ha hecho de la mentira un auténtico negocio.

Hay palabras para casi todo, y muchas clases de palabras: palabras positivas, amables y de amor, y palabras negativas vacías o cargadas de odio. Qué importante es saber emplear la palabra adecuada para hacernos entender y poder comunicarnos de verdad. Todo es palabra hasta el silencio. Qué importante es la palabra, el diálogo en la solución de los conflictos.

Negar la palabra a alguien es una ofensa, es negarse a la comunicación. Es todo un arte, sobre todo, la comunicación amable, sincera y transparente, profunda a nivel se sentimientos íntimos.

Dios que parece, a veces, es de “pocas palabras”, nos sorprende con las justas, palabras de Vida. Dios mismo se ha dignado dirigirnos su Palabra, nos ha mirado a la cara, sin mascarilla, porque le importamos mucho. Dios piensa en ti y en mí. En Jesús de Nazaret nos ha revelado su rostro y su proyecto, para decirnos que nos ama, que somos hijos suyos, amados y bendecidos, aunque, a veces, nos sintamos rotos, heridos y confusos por dentro. Palabra, pues, de amor que es luz, que enseña, consuela, compromete.


Celebramos en este tercer domingo del tiempo litúrgico ordinario el Domingo de la Palabra, instituido en el 2019 por el Papa Francisco, para tomar conciencia del tesoro de la Palabra de Dios que guardamos, y  que debe ser centro de  nuestras celebraciones litúrgicas comunitarias, y alimento espiritual indispensable en nuestra vida diaria de fe, de oración y crecimiento personal.

Palabra que alegra y sana, que compartimos,  que nos ilumina en el camino,   que nos une en la misma fe, y nos compromete en la lucha por un mundo más humano, según el proyecto del Reino, que anunció Jesús de Nazaret. «La Biblia ha sido escrita por el pueblo de Dios y para el pueblo de Dios, bajo la inspiración del Espíritu Santo. Solo en esta comunión con el pueblo de Dios podemos entrar realmente, con el ‘nosotros’, en el núcleo de la verdad que Dios mismo quiere comunicarnos» (Papa Francisco).

En clave  del actual proceso “sinodal” que estamos viviendo, hemos de tomar conciencia de que: «Iluminados por la Palabra de Dios y unidos en la oración, podremos discernir los procesos para buscar la voluntad de Dios y seguir los caminos a los que Dios nos llama, hacia una comu­nión más profunda, una participación más plena y una mayor apertura para cumplir nuestra misión en el mundo» (Vademé­cum del Sínodo 1.2).


«En este sentido, el objetivo del actual Sínodo es escuchar, como  pueblo de Dios, lo que el Espíritu Santo dice a la Iglesia. Lo hacemos escuchando juntos la Palabra de Dios en la Escritura y en la tradición viva de la Iglesia, y luego escuchán­donos unos a otros» (ibíd. 1.3).

El evangelio de Lucas que proclamamos en este domingo presenta a Jesús, en el comienzo de su vida pública, visitando la sinagoga de su pueblo Nazaret, enviado y movido por el Espíritu para  anunciar la Buena Noticia del Dios bueno y cercano, dispuesto siempre al perdón, del Dios liberador, a los pobres, oprimidos y humillados. Delante de sus paisanos, que lo conocen de toda la vida, se atreve a proclamar que comienza algo nuevo: “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”.

El “hoy” de Jesús debe ser el “hoy” del creyente que vive la novedad radical del evangelio en su día a día. Ser cristiano, seguidor y discípulo de Jesús significará, por ello, caminar en su misma dirección, siendo portadores, en su nombre, de buenas noticias, con hechos y palabras, para los “últimos” de este mundo, abrazando la “opción por los pobres” como estilo de vida y compromiso, para que puedan vivir con dignidad, porque es lo que Dios quiere y espera de sus hijos.

“Todos pertenecemos a la única familia de Dios que nos acompaña en nuestro caminar. Cada ser humano en cuanto creatura de Dios es nuestro hermano, independientemente de su origen o de su pertenencia religiosa. Y allí donde está la vida en peligro estamos llamados a protegerla aún más. Ni la violencia ni la muerte tienen la última palabra. La última palabra la tiene el Dios de la vida” (José Antonio Pagola).


Los charlatanes de feria, los políticos en campaña electoral, los predicadores,  nosotros mismos, hacemos promesas y ofrecemos la luna, el oro y estamos llenos de buenos deseos, pero qué pobres son nuestras obras.

Que el peligroso virus de la indiferencia no nos llegue a contagiar. Jesús comenzó su ministerio diciendo el primer día: "hoy se cumple esta escritura". Y pudo decir el último día: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”;  "Todo está cumplido".

Que cada domingo se  pueda decir de nosotros y de nuestras vidas: ““Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír en el hoy que nos toca vivir”. “A vino nuevo odres nuevos”. Amén.

 

Solo le pido a Dios

Solo le pido a Dios
Que el dolor no me sea indiferente
Que la reseca muerte no me encuentre
Vacía y sola sin haber hecho lo suficiente

Solo le pido a Dios
Que lo injusto no me sea indiferente
Que no me abofeteen la otra mejilla
Después que una garra me arañe esta suerte

Solo le pido a Dios
Que la guerra no me sea indiferente
Es un monstruo grande y pisa fuerte
Toda la pobre inocencia de la gente

Es un monstruo grande y pisa fuerte
Toda la pobre inocencia de la gente

Solo le pido a Dios
Que el engaño no me sea indiferente
Si un traidor puede más que unos cuantos
Que esos cuantos no lo olviden fácilmente

Solo le pido a Dios
Que el futuro no me sea indiferente
Desahuciado está el que tiene que marchar
A vivir una cultura diferente

Solo le pido a Dios
Que la guerra no me sea indiferente
Es un monstruo grande y pisa fuerte
Toda la pobre inocencia de la gente

Es un monstruo grande y pisa fuerte
Toda la pobre inocencia de la gente
(León Gieco 1978)

 Jesús Mendoza Dueñas.

Comentarios

  1. Toda la palabra sea o nos personas cristianas nos debe llevar a la reflexión d las de palabras d Jesús,el Espíritu está presente siempre y tenemos q escucharlo e interpretarlo según la voluntad d Dios.Gracias amigo

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La otras bienaventuranzas

4º Domingo de Pascua

"Los cementerios son para los vivos"