"No tienen vino"
“No tienen vino”. 2º Domingo T.O: CC, Juan 2,1-11
El evangelista Juan nos
transmite el primer “signo” (milagro) que hizo Jesús para manifestar su
identidad y misión (“su gloria”). El evangelio de Juan no es muy milagrero como los sinópticos. Los
denomina “signos”, señales, flechas que apunta siempre hacia algo más profundo:
su identidad, su misión, su proyecto, su compasión y fuerza renovadora y
salvadora. El relato está cargado de simbolismos, usa un lenguaje centrado en los gestos, que nos obligan a leerlo despacio, con atención. Me fijo en alguno de
ellos.
1º Estamos en los comienzos de la vida pública de Jesús, en un banquete de bodas. Fiesta familiar especial del amor, comunión y compromiso. Acontecimiento que encierra resonancias del nuevo tiempo mesiánico inaugurado por Jesús, de la alianza definitiva de Dios con la humanidad, con todos los pueblos.
2º Allí están invitados
también su madre María (a quien Jesús llama “mujer”) y sus discípulos, la
nueva comunidad de los que creen y creerán en Él, de sus testigos.
3º María atenta a las
necesidades que surgen se dirige a Jesús y le dice “No tienen vino”. El vino es
símbolo de la vida, de la alegría de vivir, de la fiesta, de la amistad. El
vino alegra el corazón de los hombres y mujeres si saben beber con moderación,
porque también marea. La falta de vino es símbolo de muchas situaciones
dolorosas en que se manifiesta algún tipo de carencia o ruptura (salud, dinero,
amor, amistad, trabajo, paciencia…). El
número “seis” (tinajas de piedra) es símbolo de la “no perfección”, de
carencia, pero también del sexto día de la creación y recreación del hombre. Cuando
algo de esto nos aqueja “nos quedamos sin vino”, sin alegría, sin paz interior.
Y lo peor, a veces, es no saber a quién acudir para remediar esa carencia, que
pone en peligro nuestra esperanza y sentido de la vida.
4º María siempre atenta, no le preocupa si ha llegado la “hora” de Jesús, se dirige a los sirvientes con toda confianza y les dice y nos dice: “haced lo que él os diga”. "Las palabras que María dirige a los sirvientes coronan el cuadro nupcial de Caná: «Hagan todo lo que él les diga» (v. 5). Es curioso: son sus últimas palabras reportadas en los Evangelio: son la herencia que nos entrega a todos nosotros. También hoy la Virgen nos dice a todos nosotros: «Hagan todo lo que él les diga». Es la herencia que nos ha dejado: ¡es bello! Se trata de una expresión que evoca la fórmula de fe utilizada por el pueblo de Israel en el Sinaí como respuesta a las promesas de la alianza: «Estamos decididos a poner en práctica todo lo que ha dicho el Señor» (Ex 19,8) (Papa Francisco, Audiencia general 8 de junio 2016).
A veces, en medio de situaciones dolorosas, Dios mismo nos sorprende y viene a nuestro encuentro y nos recuerda “tienes la abundancia de mi amor y misericordia inagotable”. Él nos puede regalar el vino nuevo y bueno, abundante de la verdadera alegría y esperanza. Solo Él puede saciar la sed de felicidad de nuestro corazón, que es como un pozo sin fondo, que va probando bebidas de aquí para allá, y que nos dejan más sedientos. Solo nos pide fe, confianza en él como María, que lo invitemos a nuestra boda.
5º Jesús no hace el milagro
solo. Quiso contar con la ayuda de su madre (”mujer”) siempre atenta a las
necesidades de los demás, y con la ayuda de unos sirvientes. Cuando vivimos la
vida con espíritu de servicio, cuando le prestamos a Dios nuestras manos y
talentos el milagro de la vida es posible. Donde hay amor allí está Dios.
El relato termina resumiendo todo: “Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en Él”.
Para la reflexión personal: No se puede evangelizar de cualquier manera. Hay que hacerlo con signos humanizadores, portadores de esperanza. Jesús quiere contar con mi pobre ayuda. ¿Qué signos visibles manifestamos hoy para hacer más creíble el evangelio, buena noticia, nuestra fe, la fe de la Iglesia? Si la vivencia de la fe no nos ayuda a vivir más dignamente, más felices, ¿para qué queremos la religión? No agüemos el vino porque con las cosas de beber no se juega.
“En las bodas de Caná sobró pan y faltó vino, le pedimos al Señor que no nos pase lo mismo”.
Jesús Mendoza Dueñas
Es preciso tener vino para soportar las tareas d ayuda a los demás ,y para tener fuerza en las relaciones humanas transmitiendo el Evangelio.
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