"Las noticias del día a día"

LAS NOTICIAS DEL DÍA A DIA.

La semana pasada, refiriéndonos a la iglesia afirmábamos: “¡Por sus frutos la conocerán!”. Hoy el evangelio, de nuevo, nos habla de frutos: los frutos de la conversión.

Todos los días ocurren en el mundo cosas tremendas , algunas son evitables, otras no. De algunas somos responsables o culpables, de otras no.

Estos días estamos "bombardeados" por las noticias que nos llegan de la guerra en Ucrania, a través de los distintos medios de comunicación. Noticias que no son nuevas ni buenas. Una guerra retransmitida en directo por las redes sociales que navegan por Internet. (No podemos perder de vista que existen ahora en el planeta aproximadamente 30 conflictos armados silenciados por los medios de comunicación, porque no nos interesan, no nos afectan o porque nos pillan lejos). 


Noticias que provocan un malestar de fondo que no nos deja dormir en paz. Hay días que el cuerpo y el espíritu nos piden desconectar porque nos sentimos saturados.  Hay que valorar el esfuerzo de los reporteros que se juegan la vida en primera línea de fuego cruzado, que nos transmiten el testimonio desgarrador de las víctimas, sobre todo los más vulnerables como son las mujeres, los ancianos y los niños. Pero se corre también el riesgo de convertir la guerra en un espectáculo de masas atrevido y excitante. Muchos nos preguntamos. ¿Qué podemos hacer? Yo suelo responder a quienes se dirigen a mí: “primero no hagas la guerra a tu vecino o hermano”. En segundo lugar: “no nos cansemos de hacer el bien... mientras tenemos la oportunidad hagamos el bien a todos” (Ga 6,9-10). Vence la tentación de la indiferencia. Trabaja por crear conciencia de paz, conciencia de ciudadanía, de corresponsabilidad, de participación democrática, de defensa de los derechos fundamentales humanos. Por encima de los nacionalismos y populismos está la dignidad humana personal.

Aunque es verdad también que las cosas se atascan en los despachos, en trámites burocráticos y administrativos, en notas y comunicados oficiales, en dar rodeos para pasar de puntillas o de largo, como en la parábola del buen samaritano. Siempre he creído en la solidaridad de base, y en la capacidad de organización de la gente de abajo, del barrio, cuando quiere ser solidaria de verdad, más que en ir por libre para salir en la foto.


Hay muchas tragedias que los hombres podemos y debemos evitar porque son obra nuestra. El Pastor protestante Martin Niomoeller, prisionero en Dachau durante siete años, escribió: "En Alemania, los nazis primero fueron a por los comunistas y yo no dije nada porque no era comunista. Luego fueron a por los judíos y yo no dije nada porque no era judío. Luego fueron por los sindicalistas y yo no dije nada porque no era sindicalista. Luego fueron a por los católicos y yo no dije nada porque yo era protestante. Finalmente vinieron a por mí, y para ese tiempo, no quedaba nadie que pudiera hablar por mí".

El refugiado, mañana, podríamos ser tú o yo. Haz lo que esté en tu mano, y nunca por libre, como francotirador, sino siempre con otros, de manera inteligente, coordinada y eficaz. Creando micro-redes solidarias que muevan y transformen la realidad desde dentro.

La emoción, de entrada, nos desborda, en estas situaciones extremas, con más de tres millones de personas desplazadas en estas tres últimas semanas "entre bombas". No debemos perder la calma. Y dicen los entendidos que la pregunta principal no es tanto qué puedo hacer yo, sino qué necesitan realmente ellos. Y sabernos ponernos en su lugar, es decir, empatía y cercanía.

Y, en un mundo donde tanto peso tienen las apariencias, tan importante como dar es la forma en que damos o nos damos. Como dice el evangelio: “Que tu mano izquierda no sepa lo que da tu derecha”. Y es importante dar con alegría, de buena gana: “Dios ama al que da con alegría” (2 Cor 9,7). “La generosidad no necesita salario, se paga por sí misma” (H. D. Liury). O como dice un proverbio chino: “quien quiere el bien de los demás ha hecho ya el suyo”.

El mundo ni yo somos perfectos. El error forma parte de la vida. Solo se cae quien camina. En un mundo sin pecado, sin egoísmo, todas las tragedias que son causadas por los hombres no existirían. Dios no declara la guerra. Dios no lanza bombas. Dios no levanta muros. Dios no mata a los hombres. Dios nos creó a todos y nos ama a todos.

Jesús, frente a las malas noticias afirma: "Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera" (Lc 13,5). Los curas invitamos a los fieles a que se conviertan. Los ciudadanos quieren que los políticos se conviertan. Todos queremos que los demás se conviertan, pocos son los que piensan, yo soy el que necesita conversión. Si cambio yo cambia el mundo a mi alrededor.



Para muchos hablar de conversión es mirar atrás, a nuestro  pasado, y confesar: “Yo confieso ante Dios todopoderoso, ya ante vosotros hermanos…”; “lo siento, me equivoqué y estoy arrepentido”. Pero convertirse es tomar mi vida en las propias manos, mirar también, con humildad, al hoy que nos toca vivir y al futuro que está por venir, reconociendo, de entrada, que no somos ni seremos perfectos  Si en el pasado fui  una higuera que no dio frutos, fui un parásito, me aproveché de todos y no di nada, hoy me pongo en las manos de Dios, mi buen jardinero, y le pido que me transforme con el poder de su gracia, que pode lo que haya que podar, para dar los frutos que Él espera de mi vida y persona, optando por los valores y el horizonte del Reino, que inauguró Jesús, identificándome con sus actitudes fundamentales. “Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los hijos de Dios” (Mt 5,9).

 

TEXTOS PARA LA REFLEXION PERSONAL Y COMUNITARIA

 “Jesús compara la vida estéril de una persona con una «higuera que no da fruto». ¿Para qué va a ocupar un terreno en balde? La pregunta de Jesús es inquietante. ¿Qué sentido tiene vivir ocupando un lugar en el conjunto de la creación si nuestra vida no contribuye a construir un mundo mejor? ¿Nos contentamos con pasar por esta vida sin hacerla un poco más humana? Criar un hijo, construir una familia, cuidar a los padres ancianos, cultivar la amistad o acompañar de cerca a una persona necesitada... no es «desaprovechar la vida», sino vivirla desde su verdad más plena” (J.A. Pagola).

 

“En este contexto, quiero recordar  que,  junto  con  el  Gran   Imán Ahmad Al-Tayyeb, pedimos «a los artífices de la política internacional y de la economía mundial, comprometerse seriamente para difundir la cultura de la tolerancia, de la convivencia y de la paz; intervenir lo antes posible para parar el derramamiento de sangre inocente». Y cuando una determinada política siembra el odio o el miedo hacia otras naciones en nombre del bien del propio país, es necesario preocuparse, reaccionar a tiempo y corregir inmediatamente el rumbo” (Papa Francisco, Fratelli Tutti 192).

 


De nuevo, el Papa Francisco dirigiéndose a la vida política se pregunta: “Las preguntas, quizás dolorosas, serán: ¿Cuánto amor puse en mi trabajo, en qué hice avanzar al pueblo, qué marca dejé en la vida de la sociedad, qué lazos reales construí, qué fuerzas positivas desaté, ¿Cuánta paz social sembré, ¿Qué provoqué en el lugar que se me encomendó?” (Papa Francisco, Fratelli Tutti 197).

 Jesús Mendoza Dueñas

 



 

 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

La otras bienaventuranzas

4º Domingo de Pascua

"Los cementerios son para los vivos"