"Con olor a oveja"
4º Domingo de Pascua CC, Juan 10,27-30
“El pastor de una elegante feligresía había delegado en sus ayudantes la tarea de saludar a la gente tras el servicio dominical. Pero su mujer le persuadió de que se encargara él mismo de hacerlo. “¿No sería raro”, le dijo, “que al cabo de los años no conocieras a tus propios feligreses?”
De modo que, al domingo siguiente, concluido el servicio, el pastor ocupó su puesto a la puerta de la iglesia. La primera en salir fue una mujer perfectamente “endomingada”.
El pastor pensó que debía de tratarse de una nueva feligresa.
“¿Cómo está usted? Me siento feliz de tenerla con nosotros”, le dijo el pastor mientras le tendía la mano.
“Muchas gracias”, replicó la mujer, un tanto desconcertada.
“Espero verla a menudo por aquí. Nos encanta ver caras nuevas...“.
“Si, señor “.
“¿Vive usted en esta parroquia?”.
La mujer no sabía qué decir.
“Si me da usted su dirección, una tarde de éstas
iremos a visitarla mi mujer y yo”.
“No tendrá usted que ir muy lejos, señor. Soy su cocinera”. (ANTHONY DE
MELLO, La oración de la rana 1)
El domingo cuarto de Pascua se conoce como domingo del “Buen Pastor”. El evangelio de este domingo, en los tres ciclos, recuerda a Jesús como el buen pastor. Una expresiva imagen bíblica muy querida por los profetas y los salmos para referirse a Dios como guía de nuestras vidas, y para denunciar, a veces, a los malos pastores del pueblo de Israel.
Hemos proclamado un fragmento del evangelio del buen pastor (cp 10 de San Juan) que recoge las enseñanzas de Jesús que se presenta como el único buen Pastor. En el texto que hemos proclamado encontramos una sucesión de verbos que indican y reflejan la relación entre Jesús y sus discípulos. Una relación basada en la cercanía, la ternura, el conocimiento recíproco, y en la promesa del don de una vida en plenitud: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante” (Juan 10,10). Una afirmación que deberíamos tener bien grabada.
Nunca se dijo tanto en una sola frase: "Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy vida eterna;”
“Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco”. Jesús quiere indicarnos que el verdadero discípulo, cristiano es aquel que está atento a la palabra de Jesús: escucha, aprende, practica, enseña… Pero no es suficiente con escuchar… escuchamos para seguir al Maestro: “ellas me siguen les doy la vida eterna”. Ser cristiano es seguir a Jesús, y seguir a Jesús significa identificarnos con las actitudes fundamentales de Jesús y su proyecto del Reino. Y ser buen pastor exige entrega, relación, cercanía, conocimiento.
“No perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano”. Palabras que nos invitan a la confianza. Nuestras vidas están en sus manos. Rezamos en el Padre nuestro cada día: “no nos dejes caer en la tentación…” Si de verdad seguimos a Jesús el Buen Pastor, estemos seguros que nada ni nadie podrán alejarnos de Él.
“El obispo siempre debe fomentar la comunión misionera en su Iglesia diocesana siguiendo el ideal de las primeras comunidades cristianas, donde los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma (cf. Hch 4,32). Para eso, a veces estará delante para indicar el camino y cuidar la esperanza del pueblo, otras veces estará simplemente en medio de todos con su cercanía sencilla y misericordiosa, y en ocasiones deberá caminar detrás del pueblo para ayudar a los rezagados y, sobre todo, porque el rebaño mismo tiene su olfato para encontrar nuevos caminos. En su misión de fomentar una comunión dinámica, abierta y misionera, tendrá que alentar y procurar la maduración de los mecanismos de participación que propone el Código de Derecho Canónico y otras formas de diálogo pastoral, con el deseo de escuchar a todos y no sólo a algunos que le acaricien los oídos. Pero el objetivo de estos procesos participativos no será principalmente la organización eclesial, sino el sueño misionero de llegar a todos”. (Evangelii gaudium, Nº 31).
OLER A OVEJA
En la homilía que pronunció durante la celebración de la “misa crismal”, (02/04/2015) el Papa Francisco pidió a los sacerdotes que no perdieran tiempo en mirarse a sí mismos. Les repitió que es preciso acercarse a las ovejas del rebaño.
• El buen pastor tiene que “oler a oveja”. La expresión dio inmediatamente la vuelta al mundo. Es fácil predecir que se recordará durante mucho tiempo como una de las primeras advertencias del nuevo Papa. Aunque más de algún eclesiástico se mofó de tal ocurrencia. No le caía bien el actual Papa.
• “Oler a oveja” no significa caer en la suciedad, ni adoptar los modos, el comportamiento y el lenguaje de un mundo demasiado aborregado. Nada de eso. El Papa no ha querido subrayar los tonos peyorativos que podría alcanzar esta expresión.
• “Oler a oveja” significa, en este contexto, vivir en cercanía con el rebaño que Dios ha confiado a sus pastores. Significa salir a la búsqueda de la oveja perdida, cargarla sobre los hombros y devolverla al redil. No se trata de un comportamiento paternalista, sino de vivir en verdad la encarnación.
Oremos este domingo especialmente por todos los “pastores de la Iglesia”, el Papa Francisco, los obispos, sacerdotes, para que el Señor, único Buen Pastor, nos ayude a permanecer fieles al Maestro, y saber guiar e iluminar, con el Evangelio en la mano, a la porción del pueblo de Dios que nos ha sido confiado. A saber indicar el camino del seguimiento de Jesús, siendo humildes, pobres, cercanos y misericordiosos. Oremos también en esta Jornada mundial de oración por las vocaciones a la vida consagrada: que el “Dueño de la mies mande obreros a su mies” (Lucas 10,1-12).
Jesús Mendoza Dueñas


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