"Instrumentos de tu paz"
6º Domingo de Pascua CC, Juan 14,23-29
«Que la paz de Cristo reine en vuestros corazones».
El
granjero, tras escuchar sus razonamientos, dijo: “Estoy absolutamente de
acuerdo con todo lo que ustedes dicen. De hecho, siempre he deseado vivir en la
Madre Rusia. Pero, a mi edad, sencillamente no me siento capaz de sobrevivir a
otro de esos terribles inviernos rusos”.
La
verdad y la paz están por encima de los convencionalismos humanos. Desde el
cielo no se ven fronteras. La mayoría son convencionalismos impuestos por la
violencia, por la fuerza humana. Hoy día el Señor Putin no le daría la
oportunidad de escoger.
“Tienes mala cara, Jack. ¿Qué te pasa?”
“Bueno…,
llegué ayer viernes a casa por la senda de las estaciones cuando ya amanecía y,
justamente cuando yo estaba desnudándome, se despertó mi mujer y me dijo: ‘¿No
te levantas demasiado pronto, Jack?’. De manera que, para evitar una discusión, volví a vestirme y
me vine al monte a trabajar.”
La convivencia es, a veces, la penitencia. Hubo una vez dos monjes que vivieron juntos durante cuarenta años y nunca discutieron. Ni siquiera una sola vez. Un día, el uno dijo al otro:
-
¿No crees que es
hora de que discutamos al menos una sola vez?
-
Está bien,
comencemos. ¿Sobre qué hemos de discutir? – dijo el segundo monje.
-
¿Qué te parece
este pan? – respondió el primero.
-
Está bien,
discutamos sobre el pan. Y, ¿cómo haremos? – preguntó el segundo.
-
Este pan me
pertenece – contesta el primero.
-
Si es así, tómalo
– replicó el segundo.
¿Cuál es el precio de la paz? Porque la
paz tiene un precio. La paz es cosa de dos. Y dos no se pelean si uno no
quiere.
La paz no es necesariamente destruida por
la disputa o discusión. Quien destruye la paz es el yo. “Esto me pertenece y no
voy a dividirlo con ninguno”. Cuando tomas esa actitud de apego y egoísmo, tu
corazón se va haciendo cada vez más duro. Ese es el gran enemigo de la paz: un
corazón endurecido, interesado y egoísta. Sea a nivel interpersonal, vecinal, nacional o internacional. Pero antes
de hablar de las naciones, hablemos de ti y de mí. (Anthony de Mello, Caminar
sobre las aguas)
Dicen que han mandado una sonda al planeta Marte con el signo de una mano alzada como símbolo de la paz. Mientras acá las escaleras de la paz están teñidas de sangre.
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1º Su testamento: El amor fraterno, el
amor a su Palabra, y a su proyecto del Reino. Si le
aman, esto es lo primero que han de cuidar: “el que me ama, guardará mi
palabra...el que no me ama, no la guardará”. “Guardar su Palabra” que exige escuchar,
acogerla, meditarla, encarnarla, traducirla en gestos concretos, dejar que Dios
oriente nuestra historia.
No es como la que
da el mundo, es diferente. Paz que es más que un simple saludo ritual o
convencional. Paz interior, fruto de la reconciliación con nosotros mismos
desde la verdad. No es la paz de los cementerios, o la ausencia de conflictos, o el fruto del equilibrio de las
armas. Paz fruto de la justicia y de la verdad.
Paz que exige respeto o el reconocimiento del otro
como igual. Paz que exige capacidad de escucha y diálogo de buena voluntad.
Diálogo que está siempre atento más a lo que nos une que a lo que nos separa.
Después de veinte siglos, ¿Cómo vivimos
estas promesas, regalos de Jesús?
PARA LA REFLEXION PERSONAL Y COMUNITARIA
“El
que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos
morada en él”.
-
¿Dónde debo
esconderme? ¿Cuál es el mejor lugar para esconderme?
Algunos dijeron:
-
Escóndete en la
cumbre de la montaña más alta de la tierra.
Otros:
-
No, escóndete en
lo más hondo del mar, nunca te encontrarán allí.
Otros:
-
Escóndete al otro
lado de la luna, ése es el mejor lugar. ¿Cómo irán a buscarte allí?
Entonces Dios se volvió hacia su ángel más inteligente
y le preguntó:
-
¿Dónde me
aconsejas que me esconda?
Y el ángel inteligente, sonriendo, contestó:
-
Escóndete en el
corazón humano. ¡Ese es el único lugar donde ellos nunca van!”
¡Hermosa historia hindú! Su contenido es bien actual.
“Todavía
hoy, el camino de la paz, que el Papa San Pablo VI denominó
con el nuevo nombre de desarrollo integral, permanece
desafortunadamente alejado de la vida real de muchos hombres y mujeres y, por
tanto, de la familia humana, que está totalmente interconectada. A pesar de los
numerosos esfuerzos encaminados a un diálogo constructivo entre las naciones,
el ruido ensordecedor de las guerras y los conflictos se amplifica, mientras se
propagan enfermedades de proporciones pandémicas, se agravan los efectos del
cambio climático y de la degradación del medioambiente, empeora la tragedia del
hambre y la sed, y sigue dominando un modelo económico que se basa más en el
individualismo que en el compartir solidario. Como en el tiempo de los antiguos
profetas, el clamor de los pobres y de la tierra sigue
elevándose hoy, implorando justicia y paz...
A los gobernantes y a cuantos tienen
responsabilidades políticas y sociales, a los pastores y a los animadores de
las comunidades eclesiales, como también a todos los hombres y mujeres de buena
voluntad, hago un llamamiento para que sigamos avanzando juntos con valentía y
creatividad por estos tres caminos: el diálogo entre las generaciones, la
educación y el trabajo. Que sean cada vez más numerosos quienes, sin hacer
ruido, con humildad y perseverancia, se conviertan cada día en artesanos de
paz. Y que siempre los preceda y acompañe la bendición del Dios de la paz.” (Papa Francisco, 55 Jornada mundial de la Paz, 1 de
enero 2022, “Diálogo
entre generaciones, educación y trabajo: instrumentos para construir una paz
duradera”)
¿Qué entiendo por paz? ¿Me considero violento o pacífico? ¿Qué es lo que me roba la paz interior? ¿Conoces a personas que siempre tienen paz? ¿Cómo será? ¿Hay paz en mi casa, en el colegio, entre vecinos? ¿Cómo afronto los conflictos familiares y vecinales? ¿Sé reconocer a Jesús en la persona del hermano? ¿Qué entiendo cuando el sacerdote al final de la Eucaristía nos despide diciendo: “Podéis ir en paz?
¿Cómo creyentes,
cómo estamos viviendo el conflicto entre Rusia y Ucrania, entre Israel y Gaza-Palestina? ¿Soy consciente de
que existen más conflictos en el mundo, muchos silenciados por el desinterés,
como consecuencia de la injusticia y desigualdad entre las naciones, Norte-Sur?
“¿Qué estamos aportando hoy
desde la Iglesia de Jesús? ¿Concordia o división? ¿Reconciliación o enfrentamiento? Y si los
seguidores de Jesús no llevan paz en su corazón: ¿Qué es lo que llevan?
¿Miedos, intereses, ambiciones, irresponsabilidad? (J.A. Pagola)”
“Haznos, Señor, instrumentos de tu paz.
Donde haya odio ponga yo el amor”.
(S. Francisco de Asís)
Jesús Mendoza Dueñas



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