"Ligeros de equipaje"

 Domingo XIII CC, Lucas 9,51-62

“Luego se levantó, siguió a Elías y se puso a su servicio” (I Reyes 19,21).

 

“Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él.” (Lucas 9,51)

 


El relato de Lucas, que proclamamos este domingo, es un relato vocacional que desvela también la identidad de Jesús, el Maestro que nos invita a seguirle. “Lo importante es seguir a Jesús, aunque sea en silla de ruedas” (Papa Francisco). La centralidad de la fe, de la Iglesia, de las programaciones pastorales tiene que ser el seguimiento de Jesús y su proyecto del Reino, ligeros de equipaje: “El Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”. Una Iglesia pobre, en “salida”, peregrina, profética, “hospital de campaña”. Jesús no nos engaña: quienes lo quieran seguir libremente tienen que aprender a vivir como ÉL

 

“Deja que los muertos entierren a sus muertos, tú vete a anunciar el reino de Dios”.

“Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios”.

La Eucaristía es la memoria de Jesús mejor guardada por la Iglesia, que viene a curar nuestra memoria frágil, huérfana, negativa y cerrada y. Una memoria “cerrada” que se refugia nostálgicamente en un pasado que ya no existe y al que se quiere volver. Una memoria “cerrada” al futuro por el miedo al fracaso, a la incomprensión, al riesgo y al desprendimiento. Miedo que provoca paranoia, el miedo de sentirse perseguido, que lleva a imaginar un futuro distópico, imaginario, que solo existe en algunas mentes enfermas. Miedo que provoca inseguridad y búsqueda, por ello, de falsas seguridades en el tener, poseer, en el poder.

El gran obstáculo que se interpone en ese camino del seguimiento es la búsqueda de falsas seguridades, del bienestar, del consumismo, que nos ofrece la sociedad del confort, de la “mundanidad”, como afirma muchas veces el Papa Francisco.

 

 Tenemos miedo a que Dios nos lleve por caminos nuevos, sacándonos de nuestros horizontes, con frecuencia limitados, cerrados y egoístas, para abrirnos a los suyos” (P. Francisco, homilía Pentecostés).

 

Salmo 15: “Me enseñarás el sendero de la vida/ me saciarás de gozo en tu presencia/ de alegría perpetua a tu derecha”.

 

La fe es la capacidad de levantar la mirada del suelo y seguir afirmando que se puede vivir en este mundo de otra forma, de que otro mundo distinto es posible. La fe nos hace levantar la mirada al Padre de la historia: “Eliseo se levantó, siguió a Elías y se puso a su servicio” (1 Reyes 19,21). Seguir a Jesús exige una nueva vida, ligeros de equipaje, asumiendo la condición de peregrinos, tras sus huellas.

 

 

 

PARA LA REFLEXION PERSONAL Y COMUNITARIA

 

“El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en tu mano” (Salmo 15).

 

“Para la libertad nos ha liberado Cristo. Libres de la esclavitud, de aquello que nos puede esclavizar, atar.  “Sed esclavos unos de otros por amor. La ley se cumple en una sola frase, que es ‘Amarás s tu prójimo como a ti mismo”… “Caminad según el Espíritu y no realizaréis los deseos de la carne”.  (Gálatas 5,1.13-18).

 

Esta crisis económica, pandémica ¿nos ha abierto los ojos? ¿Nos ha hecho mejores personas, más solidarias y generosas, mejores cristianos? Hemos de romper el círculo cerrado en que nos movemos o arrastramos, ensanchándolo, abriendo el corazón a la gran familia humana. Si queremos seguir a Jesús hemos de luchar juntos por un mundo mejor, codo con codo, para que nadie viva sin hogar (100 millones de refugiados, en 59 conflictos armados), sin patria, sin papeles, sin derechos humanos. Todos somos peregrinos, refugiados, extranjeros.


  “La historia de tu “por-venir” está por escribir. No debemos ser esclavos del pasado, ni lo somos del ciego destino o de la diosa fortuna. No creo en la lectura de las líneas de la palma de la mano, ni en la interpretación de la conjunción de los astros que se va a producir al anochecer. Ni en el buscador de Google, en el laberinto de las “URLS” he encontrado todavía el secreto de la verdadera felicidad y sentido de la vida. Lo encuentra quien lo busca, lo busca quien lo desea profundamente”.

Jesús Mendoza Dueñas.

 

 

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