"Lucha y contemplación"
16º Domingo TO CC (Lucas 10,38-42): LUCHA Y CONTEMPLACION
Son
un ejemplo más de la sociedad y cultura ruidosa que nos envuelve. Dicen los
entendidos que el 60% de esta generación, en el futuro, padecerá problemas de
audición. A parte de ser de Covaleda, donde la mitad de la gente parece que
está sorda.
Un problema o dificultad de esta cultura nuestra
es que vivimos rodeados de demasiados ruidos. No podemos vivir sin la TV en
casa, sin el móvil, enganchados a las redes sociales (Tick-Tock y otras).
Nuestra cultura es la cultura de los decibelios. Nos aterra el silencio.
Tenemos miedo a quedarnos a solas con nosotros mismos para escuchar el sonido
interior de lo más profundo de nuestro ser. El silencio nos revela nuestro
misterio y nos produce vértigo existencial, porque nos podemos encontrar con los fantasmas interiores del
miedo, del sentimiento de culpa que no sabemos controlar. “En el
océano de emociones que hay en el interior de uno mismo, rara vez hay calma”.
Como creyentes necesitamos
cultivar o recuperar la dimensión o actitud de escucha, de oración, la
dimensión contemplativa; la escucha
serena, continua y obediente de la Palabra de Dios, de lo contrario los quehaceres
y tensiones de cada día me irán erosionando por dentro. Contemplar es como
subir a la cumbre de un monte. Sólo desde la cumbre se puede apreciar un
horizonte más ancho y se puede hacer frente a la contaminación del espíritu que
esta sociedad de consumo produce en nuestro interior.
Jesús
en el evangelio de este domingo (Lucas 10,38-42) nos invita a guardar silencio y a escucharle a Él, como la
tarea más urgente e importante: “sólo una cosa es necesaria”. Es
como si nos quisiera decir que un solo plato es necesario y suficiente: el
plato de la escucha. La oración, dicen, es como el aire que respiramos. Sin
oración no se puede vivir la vida cristiana con madurez y responsabilidad.
¿Cómo
ayudar a adolescentes, jóvenes y adultos a descubrir la necesidad del silencio,
recuperar la calma y el sosiego para encontrar la paz interior, buceando en nuestro
interior, en nuestro “adentro” donde Dios amigo quiere morar, que nos espera
siempre con la mano tendida. ¿Cómo ayudarles a descubrir la bondad que llevan
dentro, porque solo desde ahí nos podremos encontrar con el gran amor de Dios
regalado en el corazón de cada persona?
La
Iglesia, tiene que ser posada, lugar de encuentro, área de descanso en el
camino ruidoso de la vida, espacio y tiempo privilegiado para escuchar al Maestro.
Nosotros, como los apóstoles, podemos contarle a Jesús todo lo que hemos hecho
durante la semana, lo que sentimos, nuestras dudas y esperanzas. Y Él nos invita
a acompañarle y a escucharle, colocados a sus pies como María. Hay tiempo para
todo, siempre que sepamos usarlo, tiempo para reír y llorar, para trabajar,
luchar y descansar, para divertirnos y comprar, para convivir, para buscar a
Dios, tiempo para orar. Hay un tiempo para trabajar y un tiempo para orar. Hay
días laborables y hay domingos. El domingo es el día del Señor en que cada
cristiano da hospedaje a Dios y escucha a Jesucristo.
Dios
nos llama a amarle y a servirle. Nuestro amor se expresa en la oración y en el
servicio al hermano. La oración es la hospitalidad para con Dios. Le escuchamos
y le hablamos. Contemplación y lucha, las dos caras de la misma moneda. Jesús
oró y luchó.
QUE SANTA LUCIA NOS CONSERVE LA VISTA PORQUE EL OIDO YA CASI LO HEMOS PERDIDO.
Jesús Mendoza Dueñas




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