No se puede servir a Dios y al dinero"
Domingo 18º TO, CC. Lucas 12,13-21
El presidente de EEUU acaba de firmar, en un campo de golf de su propiedad, el acuerdo comercial de aranceles con los Estados de la Comunidad Económica Europea (CEE). Como contrapartida tenemos que comprarles combustible y armas por valor de más de un billón (con B de barbaridad)) de dólares americanos, para engordar su negocio de la guerra. Pura rendición entre hoyo y hoyo. Para algunos, entre la bolsa y la vida siempre escogen la bolsa.
“Poderoso caballero es don dinero”.
(Lucas 12,13-21l). El protagonista de la pequeña parábola del «rico insensato» es un terrateniente como aquellos que conoció Jesús en Galilea. Hombres poderosos que explotaban sin piedad a los campesinos, pensando solo en aumentar su bienestar. La gente los temía y envidiaba: sin duda eran los más afortunados. Para Jesús, son los más insensatos.
"Poderoso caballero es don dinero". Si el dinero no da la felicidad ¿por qué todo el mundo queremos ser ricos? El dinero en sí no es malo ni bueno, es un instrumento útil en esta sociedad humana. Pero cuando se convierte en fin y nos idolatriza se desvirtúa.
Hay dinero ganado honradamente, trigo limpio, necesario para el desarrollo y el compartir. Pero también existe la cizaña de las riquezas y dinero fácil, fruto de la corrupción, de la explotación que empobrece a los más débiles. Cuando el dinero corrompe las instituciones sociales y los espíritus, cuando compra voluntades y trafica con las personas, se convierte en vil dinero. El dinero manchado de sangre de inocentes: el del tráfico de seres humanos, el de armas, el del narcotráfico, de la droga que mata y envilece y destroza familias y corrompe la sociedad y a la juventud.
¿Cuándo llegaremos a descubrir que no somos más por tener más, que nuestra felicidad verdadera no depende de las riquezas, de la posesión de títulos y de bienes materiales, y cuyo valor depende del uso que hagamos de ellos y que su acumulación egoísta no tiene asegurada su posesión duradera? "El sudario no tiene bolsillos", afirmaba el papa Francisco.
El bien más importante es la propia vida y la vida de los demás. Y lo que nos hace ricos ante Dios es la generosidad, la compasión, la amabilidad, el compartir, la solidaridad, a veces los pequeños gestos cuando hay amor. Como dice San Pablo: “Hay más felicidad en dar que en recibir”.
“No se puede servir a dos señores”, hay que escoger, decidir, elegir, sacrificar, renunciar. Dicen que el valor de la persona se mide por lo que uno es capaz de renunciar libremente.
Cor 9,1-15: “Recordad esto: el que siembra tacañamente, tacañamente cosechará; EL QUE SIEMBRA GENEROSAMENTE, GENEROSAMENTE COSECHARÁ”. Cada uno dé como haya decidido su conciencia: no a disgusto ni por compromiso, porque al que da de buena gana lo ama Dios”
Rico ante Dios no es el agranda su granero, sus negocios, sino el que ensancha su horizonte de vida para que tengan cabida los demás, sobre todo los más pobres. Lo que realmente nos diferencia a los humanos es el corazón y no el montón de trigo que llena nuestros graneros.
La crisis social-política-económica-ecológica que estamos sufriendo y arrastramos en las últimas décadas es una «crisis de ambición»: los ciudadanos de los países ricos, los grandes bancos, los poderosos de la tierra... hemos querido vivir por encima de nuestras posibilidades, soñando con acumular bienestar sin límite alguno y olvidando, cada vez más, a los que se hunden en la pobreza.
La guerra en Gaza, la guerra de Ucrania, y otros conflictos silenciados responden, la mayoría de las veces, a intereses económicos, y se justifican con mentiras o medias verdades. En las guerras todos perdemos, menos los traficantes de armas.
“Estamos
ahora trabajando en medio de la muerte, y los tanques no están sino a unos
pocos metros de nosotros…
Estamos
más cerca del final que de la vida. Los soldados no distinguen entre un niño o
un anciano, entre un médico o una enfermera. Pero seguimos aquí, no porque no
tengamos miedo, sino porque nuestra humanidad no nos permite marcharnos.
Nos
quedamos porque elegimos ser humanos antes que cualquier otra cosa, y porque
nuestro mensaje es más grande que la supervivencia individual. Y si estos
cuervos nos arrebatan, no nos dejen ahogarnos en la oscuridad de las cifras.
Recuérdennos
como personas que amaron la vida, que tenían sueños, hijos que los esperaban, y
esposas a quienes amaban profundamente. No somos héroes sobrenaturales, solo
comprendimos -de verdad- lo que significa ser humano. Cuenten al mundo
sobre nosotros. Díganles que fuimos más humanos que aquellos que fingieron
serlo. Díganles que elegimos morir antes que traicionar nuestro pacto con la
Humanidad. No nos alaben, no nos otorguen medallas de heroísmo…solo digan la
verdad: “Ellos entendieron el verdadero significado de la compasión”.
Ha
sido un honor para nosotros estar con ustedes, trabajar por ustedes, tratar de
aliviar su dolor. Perdónennos si fallamos. Pero, por favor…no nos olviden. No
somos números…”
Somos el personal médico del Complejo
Médico Nasser de Gaza.



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