“Donde está vuestro corazón allí está vuestro tesoro”.
"Donde está vuestro corazón allí está vuestro tesoro”.
19º D TO CC, Lucas
12,32-48
En el raso del
campamento de Covaleda se celebra “Covaleda Fest”, donde peregrinarán, este fin
de semana, miles de jóvenes y no tan jóvenes para consumir “música urbana” y
abundante trago largo a precios astronómicos. Dicen los organizadores y
promotores que tal evento dejará en la zona un millón de euros. Yo me pregunto
¿de dónde saca el dinero la juventud y en qué bolsillos se queda? “Poderosos caballero
es don dinero". Pero, a veces, el dinero lo estropea todo.
Gran parte de los cristianos de finales del siglo Iº,
cuando Lucas escribe su evangelio, creían cercana ya la vuelta del Señor. Pero pasaron
años, décadas, y no volvía. El desánimo y el escepticismo se fue difundiendo en las comunidades. Lucas
está convencido de que el fin del mundo no es inminente. Antes habrá que
extender el evangelio «hasta los confines de la tierra», como expone en los
Hechos de los Apóstoles. Y aprovecha la
enseñanza de generaciones anteriores para exhortar a la vigilancia.
Lucas recoge
en su evangelio unas palabras, llenas de afecto y cariño, dirigidas por Jesús a
sus seguidores. Pudieran pasar desapercibidas, pero leídas hoy con atención en nuestras parroquias y comunidades cristianas,
nos descubren una sorprendente actualidad. Tal vez, es lo que necesitamos
escuchar de Jesús en estos tiempos de crisis global y no fáciles para la fe.
“Mi
pequeño rebaño”. Jesús mira con ternura al pequeño grupo
de sus seguidores. Son pocos. Tienen vocación de minoría. No han de pensar en
grandezas. Así los imagina Jesús siempre: como un poco de “levadura” oculto en la
masa, una pequeña “luz” en medio de la oscuridad, un puñado de “sal”
para poner sabor a la vida y evitar la corrupción que campea en tantos
ambientes. “Tened ceñida la cintura para servir y la lámpara encendida para
iluminar la casa, la convivencia”.
Después
de siglos de “cristiandad”, de posible triunfalismo, los discípulos de Jesús
hemos de aprender a vivir siendo minoría. Es un error añorar una Iglesia
poderosa y fuerte. Es un engaño buscar poder mundano o pretender dominar la
sociedad. Para muestra, un titular en la prensa religiosa de estos días: “Doce
mil jóvenes peregrinos conquistan Santiago de Compostela” (PEJ). Por supuesto
que ellos son el futuro, aunque el presente lo tienen difícil. El evangelio no se impone por la fuerza. Lo
contagian quienes viven al estilo de Jesús haciendo la vida más humana, con
pequeños gestos de cercanía, hospitalidad, servicio humilde.
“Vuestro
Padre ha tenido a bien daros el reino”. Jesús se lo recuerda una vez más. No han de sentirse huérfanos. Tienen a
Dios como Padre. Él les ha confiado su proyecto del reino. Es su gran regalo, misión,
tarea y responsabilidad: la de hacer la
vida más humana y la esperanza de encaminar la historia según los designios del
Dios de la Vida.
“Vended
vuestros bienes y dad limosna”. Los
seguidores de Jesús son un pequeño rebaño, pero nunca han de ser una secta
encerrada en sus propios intereses, y que todo lo quiere controlar. No vivirán
de espaldas a las necesidades de nadie. Será comunidades de puertas abiertas, “en
salida”, “hospital de campaña”. Compartirán sus bienes con los que
necesitan ayuda y solidaridad. Darán limosna, es decir “misericordia”. Este es
el significado original del término griego. Tengo por experiencia que la gente
más humilde de nuestras comunidades es la más desprendida y generosa.
Todos
podemos aportar algo en la transmisión de la fe con nuestro testimonio,
empezando por la familia, y en el día a día. Desde dentro, siendo fermento en
la masa, sin complejos, sin huir de la realidad, sin condenar, sino abiertos a
los problemas del mundo de hoy, cercanos a todos.
PARA LA REFLEXION PERSONAL Y COMUNITARIA
¿En los tiempos
que nos toca vivir, cómo mantener encendida hoy la lámpara de la esperanza,
para no caer en la frustración, cansancio, pesimismo, desaliento?
¿Cómo cuidar nuestra interioridad, el silencio interior, para estar atentos al Señor que está viniendo?
¿Cómo "ceñirnos la cintura" para servir a nuestros hermanos, especialmente a los más vulnerables?
Jesús Mendoza Dueñas



Comentarios
Publicar un comentario