"No se puede servir a Dios y al dinero"

 25º Domingo TO CC  Lucas 16,1-13

“NO SE PUEDE SERVIR A DIOS Y AL DINERO”

Estos días asistimos en directo por Tv a las pompas fúnebres de la Reina de los británicos, Isabel II. Todo con una solemnidad “real”, ensayada al milímetro y hasta el último detalle y que, a mi gusto, me parece excesiva. Al acto final, al “funeral del siglo”, se espera a  2.000 invitados y 500 jefes de Estado y dignatarios extranjeros. Creo que los mm.cc. dedican demasiado tiempo y espacio a tal acontecimiento. Nada es porque sí, era toda una Reina. Poderoso caballero es el poder y el dinero. Descanse en paz.


Y al mismo tiempo nos ha llegado la triste noticia de la muerte de un amigo del alma y compañero, Alejandro Lafuente Hernández, natural de Osona y misionero soriano en Brasil, de por vida. Fue encontrado muerto en la choza donde vivía, junto al río Parnaíba, después de un par de días de no dar señales de vida. Porque todos los días nos saludaba, dándonos los buenos días por WhatsApp. Era su forma de demostrarnos que estaba vivo, agradecido y contento.

Parece ser que ha muerto de infarto, lejos de una posta médica o centro de salud. Vivía como un ermitaño, pero nunca solo. Siempre visitado por campesinos pobres, “sin tierra”,  de la ribera del río, a cuya defensa consagró su vida misionera. Ha muerto lejos de su pueblo natal y de su querida familia y ha sido enterrado, sin coronas ni funeraria, en una tumba excavada en la “puritita tierra”, sembrada de cirios, junto al jardín o huerto que cultivaba junto a  su casa, con todo el cariño de sus vecinos.


Me amigo Martín, que fue Delegado diocesano de Misiones, al conocer la noticia resume su trayectoria y final: “Me ha impresionado mucho su muerte. Ha muerto como vivía, entre sus plantas y animales, sus compañeros de viaje. Su vida es un testimonio de entrega generosa a la causa del Reino, viviendo y muriendo como los pobres de la tierra y desheredados de este mundo. Que descanse en la paz de Cristo resucitado, El Señor de la Vida”.


Alex era un misionero que abrazó la pobreza. Gozaba ya, como un servidor, de la edad de jubilación civil, y me lo imagino acá, en su tierra, descansando  de sus fatigas, y pescando cangrejos por los arroyos de su Osona natal. Pero su compromiso no era temporal, sino por vida. Viviendo de manera autosuficiente, pobremente, en medio de los pobres, defendiendo a los pobres con todas sus consecuencias. Soy testigo, porque somos condiscípulos y he seguido su trayectoria, desde sus años de formación en nuestro seminario y noviciado, de que era una persona optimista, dialogante, creativa y generosa, amante del Dios de la Vida, de sus hijos, y de la madre tierra, incluidas las serpientes.

Yo creo que supo encarnar las palabras de Jesús que proclamamos en el evangelio de este domingo: “No podéis servir a Dios y al dinero”.

El dinero es un instrumento en la convivencia humana. El pan de cada día, llenar el depósito de combustible, tomarse una cañas con los amigos nos cuesta dinero. Pero cuando se convierte en el fin principal de nuestra vida, en ídolo de inmenso poder al que sacrificamos lo más sagrado, nos corrompe y corrompe las instituciones, y se convierte en un gran enemigo para construir un mundo más fraterno y justo, como lo imagina y quiere Dios. 

El Papa Francisco en su viaje a Cerdeña, por estas fechas hace ya nueve años, afirmaba sobre el tema del dinero y las causas de la crisis: “Se ha escrito mucho sobre la actual crisis, sus causas y sus consecuencias. En el fondo de todo está el deseo, el afán desmesurado de poseer bienes, dinero, poder. Las palabras de Jesús son una invitación a revisar nuestra manera de vivir, de consumir, de administrar nuestros bienes, el uso del dinero…”

“El dinero enferma el pensamiento y la fe, nos hace ir por otro camino… El dinero corrompe” “Ninguno puede salvarse por el dinero”. “El dinero nos hace vanidosos y orgullosos”. “Esto no es comunismo sino Evangelio puro”.

Es importante tomar conciencia de las causas de esta crisis prolongada y agravada en estos momentos, por la pandemia del coronavirus, por la guerra y escasez o despilfarro de las energías. Es importante revisar nuestras vidas, ¿Cómo administramos nuestros bienes, nuestro dinero? ¿En qué gastamos y cómo gastamos? ¿Con quién y por qué compartimos?

Prácticamente, todo se organiza, se mueve y dinamiza desde esta lógica: buscar más productividad, competitividad, más consumo, más bienestar, más energía, más poder sobre los demás... Esta lógica, si no la detenemos, puede poner en peligro al ser humano y al mismo Planeta. Ya estamos pagando sus consecuencias.

"Es imposible ser fiel a un Dios que es Padre de todos y vivir al mismo tiempo esclavo del dinero y del propio interés. Solo hay una manera de vivir como «hijo» de Dios, y es vivir como «hermano» de los demás. El que vive solo al servicio de sus dineros e intereses no puede ocuparse de sus hermanos, y no puede, por tanto, ser hijo fiel de Dios.

El que toma en serio a Jesús sabe que no puede organizar su vida desde el proyecto egoísta de poseer siempre más y más. A quien vive dominado por el interés económico, aunque viva una vida piadosa y recta, le falta algo esencial para ser cristiano: romper la servidumbre del «poseer» que le quita libertad para escuchar y responder mejor a las necesidades de los pobres" (J.A. Pagola).

Pero a tu lado (Los secretos)

He muerto y he resucitado
Con mis cenizas un árbol he plantado
Su fruto ha dado y desde hoy algo ha empezado

He roto todos mis poemas
Los de tristezas y de penas
Lo he pensado y hoy sin dudar, vuelvo a tu lado

Ayúdame y te habré ayudado
Que hoy he soñado en otra vida
En otro mundo, pero a tu lado

Ya no persigo sueños rotos
Los he cosido con el hilo de tus ojos
Y te he cantado al son de acordes, aún no inventados

Ayúdame y te habré ayudado
Que hoy he soñado en otra vida
En otro mundo, pero a tu lado







 

 Jesús Mendoza Dueñas

 

 

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