"Alégrate"

3º Domingo de Adviento CA, domingo de la alegría.

En este tercer domingo de Adviento encendemos la tercera vela de la corona: la vela de  la alegría. "El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrará la estepa y florecerá…”   Isaías 35,1-6ª.10);  “Hermanos, esperad con paciencia hasta la venida del Señor…” (Santiago 5,7-10); “Los ciegos ven… ya los pobres se les anuncia la Buena Noticia…” Mateo 11,2-11).


Todos creemos tener derecho a la alegría. Hoy que están de moda los libros de cocina y de “autoayuda” para conseguir la felicidad, hay que afirmar que no hay recetas fáciles para conseguirla. Es una conquista de cada día. Importante tenerlo en cuenta hoy día que se cuestiona la llamada "cultura del esfuerzo". No olvidemos que somos imperfectos, imprevisibles, no somos robots, que la frustración y el sufrimiento forman parte de la vida humana, que hay que saber aceptar. Hasta el Papa Francisco, cuyo manifiesto programático de su pontificado versa sobre "La Alegría del Evangelio", ha escrito últimamente un libro sobre el tema: “Te quiero feliz”, un nuevo  manifiesto en el que Francisco habla sobre la autorrealización como clave para la felicidad.

Pero la verdadera alegría no se puede programar, ni comercializar. En la exhortación “La Palabra del Señor” Benedicto XVI ha dejado escrito que “Se pueden organizar fiestas, pero no la alegría” (VD 123). La alegría es siempre gratuita y sorprendente.  Pero requiere como fondo la paz del corazón. Y esa paz sólo se consigue por medio de la conversión sincera y realista.


En la pared del cuarto donde trabajo, encima del ordenador puse un cartel con este mensaje: “Saber vivir significa tres cosas: “Ser tú mismo, ser ahora, y estar aquí”, como invitación a saber vivir el presente y ser consciente de dónde vivimos y con quién vivimos. Lo que nos exige estar despiertos.

Yo celebro que estoy vivo, que vivo de milagro, porque la vida es un milagro cada día, que en el mundo hay mucha gente buena, sencilla, que no presume, que hace la vida de los demás más amable, a pesar de tanta discordia, crispación, descalificaciones, enfados, quejas, mentiras que circulan por la vida social, vida política, las redes sociales y medios de comunicación, que radicalizan y dividen al mundo; a pesar de la “cultura de violencia” que se genera en esta nuestra sociedad que se dice “progresista”. Esta gente buena y sencilla, aquí y en el Perú que se asoma al borde del abismo, es lo mejor que hay en este mundo, y lo mejor que tiene la Iglesia. Yo sueño y espero de verdad que de ésta saldremos. Que al final del túnel habrá luz. Que podemos salir mejores si somos capaces de esforzarnos y de aprender algo nuevo y bueno.

La verdadera alegría brota de dentro, del corazón y no depende de la cosas materiales, sino de las personas. Sin fútbol también hay vida e historia.


“Alégrate” es lo primero que escucha María de parte de Dios, y es lo primero que hemos de escuchar nosotros. Dios nos quiere felices, y nadie nos puede hacer más felices que Dios. Importante creerlo en estos tiempos tan difíciles, de oscuridad e incertidumbres que nos trajo la pandemia, las guerras, las diversas crisis que nos golpean. "¿Cuándo no hubo crisis acá?" Sin alegría interior la vida se hace más difícil y dura. Alegría interior que nace de la fe, confianza en Dios. Alegría que no podemos confundir con la carcajada fácil del chiste, con la euforia pasajera del triunfo  en la liga de mi equipo favorito, no depende de la lotería o la bolsa. Es don interior que  acoge el que sabe confiar, esperar, soñar en un mundo más justo y solidario, pacífico y limpio. Y no podemos cerrar los ojos,  vivir ajenos a lo que ocurre en este mundo nuestro globalizado. Los medios de comunicación nos informan cada vez con más rapidez de lo que acontece en el mundo. Conocemos cada vez mejor las injusticias, miserias y abusos que se cometen diariamente en todos los países. Solo se puede ser feliz de verdad en comunión con los que sufren y en solidaridad con los que lloran. No hay mayor felicidad que hacer felices a los demás, consolando al triste, curando males, deshaciendo entuertos: “Jesús les respondió: “Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados” (Mateo 11,2-11).

 


PARA REFLEXIONAR PERSONALMENTE Y EN GRUPO

Me quedo con estos pensamientos del decálogo del papa Francisco sobre la felicidad y la alegría, para los tiempos que corren. Y el resumen de dos capítulos de su nuevo libro, cuyo contenido no es tan nuevo.

 

“El inicio de la alegría es comenzar a pensar en los demás”

“El camino de la felicidad comienza contra corriente: es necesario pasar del egoísmo al pensar en los demás. Estar tristes, decían los padres del desierto, es casi siempre pensar en sí mismos. De esta manera, observa Francisco, “cuando la vida interior se encierra en los propios intereses” y no “hay espacio para los demás” no se goza más de “la dulce alegría” del amor. En efecto, “no se puede ser felices solos”. El Papa invita a redescubrir la generosidad, porque “porque Dios ama al que da con alegría” (2Cor 9,7).  Es necesario vencer la tentación de encerrarse a sí mismo, de aislarse, creyéndose autosuficientes, porque todos tenemos necesidad de fraternidad. La vida adquiere sentido “en buscar el bienestar del prójimo” deseando la felicidad de los demás: “Si logro ayudar a una sola persona a vivir mejor, esto es ya suficiente para justificar el don de mi vida”  (Evangelii gaudium, 182).


“No son el poder, el dinero o los placeres efímeros, sino el amor el que da alegría”

"La felicidad no es algo que se compra en el supermercado, subraya Francisco, la felicidad viene solo de amar y dejarse amar" (Palabras en la peregrinación Macerata-Loreto, 9 de junio de 2018). "Cuando buscamos el éxito, el placer, el tener o poseer de forma egoísta y nos fabricamos ídolos con pies de barro, también podemos experimentar momentos de intoxicación, una falsa sensación de satisfacción; pero al final nos convertimos en esclavos, nunca estamos satisfechos, nos vemos obligados a buscar más y más "(Mensaje JMJ 2014). "La alegría no es la emoción de un momento: ¡es otra cosa! La verdadera alegría no viene de las cosas, de tener, ¡no! Nace del encuentro, de la relación con los demás, nace del sentirnos aceptados, comprendidos, amados y del aceptar, del comprender y del amar; y esto no por un momento, sino porque el otro, la otra es una persona. La alegría viene de la gratuidad de una reunión "(Discurso a los seminaristas, 6 de julio de 2013). Lo que es efímero no da felicidad, sino que solo el amor satisface la sed del infinito que hay en nosotros”.

 Sé revolucionario

“Sé revolucionario, ve a contracorriente. En la cultura líquida de lo provisional, de lo relativo, muchos predican que lo importante es "disfrutar" del momento, que no vale la pena comprometerse, tomar decisiones definitivas, porque no se sabe lo que depara el mañana. Os pido que seáis revolucionarios, que os rebeléis contra esta cultura que, al fin y al cabo, os cree incapaces de asumir responsabilidades. Ten el valor de ser feliz”. 


Asume riesgos



“Asume riesgos, incluso si fracasas. No observes la vida desde el balcón. No confundas la felicidad con un sofá. No seas un coche aparcado, mejor deja que tus sueños florezcan y toma decisiones. Asume riesgos. No sobrevivas con el alma anestesiada y no mires el mundo como si fueras un turista. ¡Hazte oír! Destierra los miedos que te paralizan. ¡En vivo! ¡Entrégate a lo mejor de la vida!”


"Yo dormía y soñé que la vida era alegría. 

Me desperté y vi que la vida era servicio. 

Serví y comprendí que el servicio era alegría”

 (Rabindranath Tagore)


 

Jesús Mendoza Dueñas

 

 

 

 

 

 

 

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