Feliz Navidad

 NAVIDAD 2022: 

"En el principio  existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios" (Juan 1,1)

“La Navidad suele ser una fiesta ruidosa: nos vendría bien estar un poco en silencio, para oír la voz del Amor… no nos dejemos llevar por el estruendo del consumismo” (P. Francisco).


Durante estos días, previos a la Navidad, asistimos a un “desconcierto” de palabras altisonantes e intercambio de reproches entre nuestros representantes políticos. Yo me pregunto como muchos de ustedes: ¿Quién dice la verdad, quién llevará razón? 
Andamos por la vida rodeados de ruidos y palabras. Los MMCC nos aturden estos días con la machacona publicidad. Nos aterra el silencio. Demasiadas palabras, algunas no dicen nada.

Por otra parte, puede ser muy doloroso caminar por la vida sabiendo que nadie nos va a dirigir la palabra. Peor todavía experimentar que nos ha retirado la palabra la persona amada. Negar la palabra es uno de los peores castigos que podemos sufrir. Hay silencios que nos ahogan en la más profunda angustia. ¡Qué importante es ser portadores de buenas palabras, buenas noticias: “Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que proclama la paz, que anuncia la buena noticia” (Isaías 52,7).


¡Menos mal que podemos estar seguros de que el mismo Dios no nos negará nunca su palabra! Y seguros podemos estar de que su palabra no es palabra hueca, vacía y estéril.

“Escucha, Israel” (Deuteronomio 6,4). Para un judío piadoso este es el primer mandamiento de Dios, la primera actitud del creyente. “ESCUCHA, APRENDE, PRACTICA, ENSEÑA”.

Sin embargo no siempre es fácil prestar atención a la Palabra de Dios, porque nos compromete.

“La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” (Juan´1,14). Para disipar  como luz nuestras tinieblas. La Palabra se hizo carne de nuestra carne, cercanía amorosa, dolor y alegría compartida, vecino, compañero de camino.

Damos gracias a Dios por ello y le pedimos que sepamos estar siempre atentos a su Palabra, y a la de nuestros compañeros de camino.


“Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la guardan en su mente y en su corazón”, como María y José.

Tendremos que encarnar esa Palabra, revestirla de carne y sangre, de nuestros afectos, sentimientos más nobles y profundos, dejar que ella nos transforme y moldee. “A los que la recibieron se les dio el poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre” (Juan 1,12).

Hemos cantado en la noche: “Noche de paz”, el villancico más universal. La palabra que más suena estos días es guerra. “Estamos viviendo la tercera guerra mundial a trozos… la guerra es una locura, siempre destruye… Esta es una Navidad triste, una Navidad de guerra.” (P. Francisco). 

Si eres creyente puedes rezar con otros hombres de buena voluntad para que renazca un poco de sensatez en el mundo, también en España, donde hay demasiada discordia y confrontación. Siempre abiertos a la Palabra de Dios.

Hemos de acercarnos con humildad al Belén para aprender de María y de José, “que guardaba todas esas cosas en su corazón” (Lucas 2,19), el recuerdo maravilloso de aquella noche.

Porque no es fácil entenderlo, encontrar al Niño en este mundo de antenas parabólicas, de ordenadores y móviles enganchados a la red, mundo de las llamadas nuevas tecnologías que marginan y excluyen a los que no saben usarlas, en esta aldea global llena de murallas.

Lo encuentran los humildes como los pastores, quienes lo buscan y desean. ¿Qué desea mi corazón en estos momentos? ¿Qué le puedo ofrecer yo al Niño?

¿Quieres saber cuál es el idioma que habla Dios? Mira a tu alrededor, algo descubrirás. "Nacía el alba matutino, elevándose el sol con la misma corte de estrellas que le acompañaron cuando el amor divino creó aquellas maravillas" (Dante, la Divina comedia). "Bendito sea Dios, porque inventó el silencio/ y el chirrido de la chicharra/ y el lagarto de fastuoso traje verde/ Bendito sea Dios que inventó el agua/ sobre todo el agua" (José Hierro, Cuaderno de Nueva York 1998). 

Pero, sobre todo, camina hacia Belén para descubrir a un niño frágil recién nacido en los brazos de su madre: Jesús, el Hijo de Dios, el Salvador, el Emmanuel, el "Dios con nosotros".

Jesús Mendoza Dueñas  

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