Santa Cecilia 2025

 SANTA CECILIA 2025 

“Habitará el lobo con el cordero… El niño de pecho jugará junto al escondrijo de la serpiente. Nadie causará daño ni estrago” (Isaías 11,1-10)

Gaza, Ucrania, y decenas de conflictos bélicos silenciados...

Los tiempos que estamos viviendo y sufriendo no son fáciles. Que se lo pregunten a las bandas de música de Valencia, región de España con más músicos por metro cuadrado. Aparte de los desastres naturales, que siempre han existido,  hay que añadir el ambiente de crispación, polarización, enfrentamientos, discordia, de batalla, guerra entre partidos y opciones políticas, conflictos entre vecinos, y, a veces, al interior de la propia familia. Porque el enemigo lo llevamos dentro y puede estar en casa. Por todas partes sobra demasiada violencia verbal, y que se respira, sobre todo, en ambientes políticos y que usan como altavoces los medios de comunicación y las redes sociales, que deberían estar al servicio de la reconciliación, entendimiento y concordia entre los pueblos y naciones.

Por eso es necesario apelar, una vez más, a la posibilidad de poder refugiarnos en el  arte, la literatura, la buena música, que es el arte más espiritual junto a la poesía, porque nos descubren y expresan la belleza de la vida (no todo es barro, ni bombas) y el anhelo y búsqueda de la paz. Hay cosas que no se pueden expresar con palabras y hay que echar mano de la poesía y la música. Los sentimientos más nobles, también las cosas de Dios se expresan con la música y el canto. ¡Alabad a mi Dios con tambores, elevad cantos al Señor con cítaras, ofrecedle los acordes de un salmo de alabanza, ensalzad e invocad su nombre! porque el Señor es un Dios quebrantador de guerras, su nombre es el Señor” (Judit 16,1-2;13-15). El  Dios cuyo rostro nos ha revelado Jesús de Nazaret es el Dios de la paz. Que se lo pregunten a los ángeles cantores de la noche de la  Navidad anunciando a los pastores el misterio del Dios encarnado.

Pero lo primero y principal es vivir y llevarse bien, vivir en paz, y de aquí nace el tocar, el cantar, el bailar compartidos.

Me gustaría detenerme en esta dimensión: "MUSICA por la paz". La música buena y amable une los corazones, los pueblos, culturas, vecinos. Derriba los muros y "perondillos" que nos separan y construye puentes, como las ligaduras entre notas musicales. Sería bueno aprovechar esta fiesta para renovar nuestro compromiso sincero por la paz verdadera, cimentada en la justicia, la verdad y el perdón. Hay muchas personas que no tienen paz interior porque son incapaces de perdonar de corazón, están llenos de resentimientos que meten mucho ruido.

Pero no todo son funerales, DANAS y catástrofes naturales, guerras y pleitos. Siempre hay espacio para la fiesta. Un año más, este fin de semana nos hemos reunido para  celebrar en Covaleda y en miles de pueblos  la fiesta de la virgen y mártir Santa Cecilia, patrona de los músicos, para cantar, bailar y compartir la misma mesa, pues de “la panza sale la danza”. Sería bueno que nos preguntáramos en el espacio corto y parcela en que nos movemos, en el día a día: ¿Cómo andamos de paz y concordia en el ámbito familiar, escolar, vecinal, entre pueblos vecinos? Pero, ¿es posible la paz?

“Habitará el lobo con el cordero… El niño de pecho jugará junto al escondrijo de la serpiente. Nadie causará daño ni estrago” (Isaías 11,1-10)

El profeta Isaías con un lenguaje bucólico y simbólico describe la aspiración del pueblo de Israel, golpeado también por violencia, destierro, exilio.

Estos versículos del profeta Isaías me recuerdan un viejo cuento que nos puede ayudar a reflexionar y tomar conciencia de la raíz de la violencia que anida en nuestro interior.

EL LOBO BUENO Y EL LOBO MALO

Un anciano indio Cherokee invitó a los niños de su aldea a sentarse en círculo para contarles un cuento sobre la vida, sobre los distintos caminos que podemos elegir para seguir en la vida.

El indio les dijo: – Hay una batalla que siempre ocurre en mi interior y que también estará en vuestro interior… es una gran pelea entre dos lobos. Un lobo representa el miedo, la ira, la envida, la pena, el arrepentimiento, la avaricia, la arrogancia, la culpa, el resentimiento, la inferioridad, las mentiras, el falso orgullo, la superioridad y el ego. El otro lobo representa la alegría, la paz, el amor, la esperanza, el compartir, la serenidad, la amabilidad, la benevolencia, la amistad, la generosidad, la verdad y la fe.

El anciano miro a los niños y les dijo: – Esa misma lucha está teniendo lugar en vuestro interior y en el de cualquier persona que viva.

Los niños se quedaron pensando un momento y uno de los chicos le preguntó al anciano:

– ¿Y cuál de los dos lobos ganará?

Y el anciano Cherokee respondió: – Ganará el lobo al que más alimentes.

La paz verdadera es un bien esencial en nuestra vida e historia personal y colectiva, pero es un don muy frágil. Debe ser un  compromiso constante en nuestra convivencia. Pero no es una tarea o proyecto imposibles. Todo es cuestión de confianza y buena voluntad, de escuchar al otro, de acariciar arpegios, de respetar calderones, de guardar silencios, de superar intervalos y contrapuntos. Que Sta. Cecilia os bendiga a todos vosotros y vuestras familias. ¡Feliz día!


Jesús Mendoza Dueñas




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